Autoridades científicas cubanas impulsan un programa de protección de los manglares, arbustos que ocupan el 70 por ciento de la zona costera de la isla y son los más representativos del Caribe insular.
El programa, titulado "Bases ecológicas para la restauración de los manglares en áreas seleccionadas del archipiélago cubano", permitió conocer la situación real de esos ecosistemas en zonas del este de La Habana, al sur de la actual provincia de Mayabeque, en el norte de las provincias de Matanzas y Villa Clara, y en la cayería al sur de Camagüey.
La investigadora titular del Centro Nacional de Biodiversidad, perteneciente al Instituto de Ecología y Sistemática, Leda Menéndez, explicó a la prensa local que la investigación permitió determinar el grado de deterioro de los manglares en esos puntos, así como las causas del daño.
Con esos datos, señaló, fueron confeccionadas guías metodológicas dirigidas a preservar esas áreas de futuros impactos, y propiciar la recuperación.
La investigación está respaldada por un cuerpo de leyes y normativas jurídicas que regulan el manejo y control de la especie, que representa en la actualidad alrededor del 25 por ciento de la cobertura boscosa de la mayor de las Antillas.
Si bien existen zonas costeras donde los manglares presentan todavía una situación desfavorable, de manera general hay avances en el estratégico objetivo de preservarlos y mejorar la salud de las plantaciones, afirmó la experta.
Menéndez detalló que esos ecosistemas, que en Cuba están formados por las especies de mangle prieto, blanco, rojo y el conocido como "yana", constituyen una suerte de primera línea de defensa de la costa, pues la protegen de la erosión provocada por el efecto combinado del viento y el oleaje.
Ese tupido bosque de arbustos es también una efectiva barrera natural frente al progresivo incremento del nivel del mar y la intrusión salina.
Los manglares también mitigan el impacto de los frecuentes fenómenos hidrometeorológicos extremos, son un entorno ideal para el hábitat y la reproducción de numerosas especies de peces, crustáceos y moluscos, filtran los contaminantes, y contribuyen a la estabilidad física de la línea costera, además de ser valiosas reservas de madera.
El Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) colocó a Cuba, a mediados de 2010, entre los países que trabajan para promover el crecimiento de los manglares y muestran resultados favorables en su restauración.
La situación en la isla contrasta con otros informes de organismos especializados de la ONU, que hacen referencia a la pérdida de más de 3,5 millones de hectáreas de mangle en el planeta desde 1980 a la fecha, principalmente en regiones de Asia, América del Norte, Centroamérica y Africa.
En los proyectos de investigaciones relacionados con el cambio climático y sus potenciales efectos, tiene una elevada prioridad la valoración de la función de los manglares como protectores de la costa y el mejor manejo de sus poblaciones en las diferentes regiones.
En Cuba, por su condición insular que la hace altamente vulnerable a los efectos del cambio climático, hay lugares donde la disminución del mangle rojo figura entre las causas más importantes del retroceso de la línea costera.
Arbusto de la familia de las Rizoforáceas, que crece de tres a cuatro metros, el mangle conforma la única formación boscosa que puede vivir en contacto con el mar.
Las raíces de esos arbustos se anclan en forma de tenedor y penetran de manera profunda en los fondos arenosos o fangosos, donde se convierten en un potente valladar contra cualquier tipo de acción dañina de origen natural o humana. Fi