Perú festeja esta Navidad con un tributo a su historia cultural de más de 5.000 años, bajo el auspicio del presidente Ollanta Humala.
El jefe de Estado puso en marcha el espectáculo "Navidad del Perú, herencia que ilumina, noche de música y luces", que incluye a zonas arqueológicas de la capital Lima.
El evento tuvo como punto de partida el Palacio de Gobierno y abarcó a las principales "huacas", antiguos centros religiosos incas que sobreviven en diversas zonas de la capital peruana, como testigos de la ancestral historia de este país.
La sede gubernamental se iluminó con luces multicolores, para el inicio de las fiestas navideñas, al igual que el gran templo de Pachacamac, un antiguo oráculo inca donde era adorado el dios homónimo creador de la Tierra, ubicado en la costa Pacífico.
Otros centros ceremoniales milenarios, aunque no de la magnitud de Pachamac, pero sí importantes por su trascendencia, fueron simultáneamente revestidos de luces intermitentes que parpadeaban pintando el panorama de rojo, azul, verde y amarillo.
Los antiguos centros ceremoniales incas y preincas de Huallamarca, Huaca Pulcllana, Huantille, San Borja y Mateo Salado también se iluminaron al son de música andina y con una escenografía escogida para esta ocasión.
Humala y su esposa Nadine Heredia participaron en este espectáculo con el objetivo -según la versión oficial- de resaltar la multiculturalidad y las raíces ancestrales del pueblo peruano.
El mandatario destacó que esta actividad cultural tiene como objetivo principal mostrar la música, el arte, la religiosidad, la cultura y la historia del pueblo peruano.
La ceremonia, de corte tradicional, pero con elementos modernos como luces led y láser, refleja el rostro del Perú actual, pero con fuertes vínculos a sus raíces ancestrales.
Participaron en el festejo la Orquesta Sinfónica Nacional de Perú y del Coro Nacional, ambas con una larga trayectoria musical internacional, con presentaciones en Europa, Asia, Estados Unidos y Latinoamérica.
La Navidad se mezcló en esta ocasión en Perú con elementos de las antiguas culturas de esta nación, como la inca o anteriores como la moche, la chimú y las amazónicas.
En otras regiones del país los festejos navideños muestran esta fusión entre la tradición católica y otras más antiguas, como el pintoresco pasacalle de estampas típicas que todos los años invade las calles de la ciudad surandina de Andahuaylas, ubicada a 681 kilómetros al sureste de Lima, en la región Apurímac.
Destacan la Danza de los Negrillos, los Inkachas y los tradicionales Waylías, que cuentan con el derroche de coros de jóvenes mujeres quienes cantan elegías ancestrales, acompañadas de tamborcillos andinos conocidos como tinyas.
Estas danzas y cantos folclóricos autóctonos, que usualmente rinden homenaje a los antiguos dioses andinos, también ahora honran en esta época el nacimiento de Jesús.
Los pueblos de los Andes celebran de modo muy particular su respeto a las tradiciones cristianas sin despojarse de la esencia espiritual de sus dioses precolombinos.
Las calles de Andahuaylas, enclavada en el corazón de los Andes, cuyas alturas superan los 5.000 metros sobre el nivel del mar, se llenan de cientos de espectadores y turistas extranjeros que arriban a la ciudad a pasar las fiestas navideñas y disfrutar de la cultura viva preservada de generación en generación.
Las creencias católicas conviven con las autóctonas, que honran al "Dios Sol (Taita Inti en quechua)" o a la "Diosa Luna (Mama Quilla)".
Las fiestas de Navidad en los Andes se prolongan tres días con sus noches, del 24 al 26 de diciembre, y en ellas abunda la bebida tradicional de maíz fermentado, conocida como chicha de jora, la misma bebida que libaban los incas en sus fiestas ancestrales.
En ciudades como Lima y en la mayoría de las poblaciones costeras, la celebración es más occidentalizada, con el tradicional árbol de pino como centro del festejo o Santa Claus cuya popularidad rivaliza en esta fecha con la del Niño Jesús, que debería ser el icono principal de los festejos de la Navidad católica. Fi