En medio del amplio favoritismo de la oposición de centroizquierda para retornar al poder en Chile, la ex mandataria Michelle Bachelet y la ex ministra del Trabajo, Evelyn Matthei, comenzaron hoy a cerrar las campañas proselitistas de cara a la segunda vuelta de elecciones presidenciales del próximo domingo.

La casi certeza en el ambiente político local del retorno de la pediatra de 62 años al Palacio de La Moneda, ha centrado la discusión en el programa de la centroizquierda por sobre una posible incertidumbre en el resultado.

Pese a no existir sondeos, el 46 por ciento que obtuvo Bachelet en la primera ronda de las elecciones el 17 de noviembre pasado, por sobre el 25 por ciento de Matthei, parecen pesar en los pronósticos.

El debate en torno a la posible sucesión en el liderazgo de derecha y el eventual impacto en la economía del triunfo de Bachelet, parecen confirmar la sensación que el gobierno de Sebastián Piñera (2010-2014) no tendrá continuidad.

Piñera que llegó al poder en 2010, sucediendo a la propia Bachelet, inició el primer gobierno civil de derecha después de 53 años.

La administración que se inició comenzó 11 días después del terremoto 8,8 grados Richter que sacudió al país el 27 de febrero, fue marcada por logros en el plano macroeconómico, que se tradujeron en altas cifras de empleabilidad.

Sin embargo, el movimiento estudiantil en demanda del fortalecimiento de la educación pública minó de tal forma la popularidad de su mandato, que no pocos analistas encuentran en este malestar la fuente de explicación del actual momento del oficialismo.

Precisamente ese auge en los movimientos sociales ha intentado recoger el programa con el cual Bachelet pide una segunda oportunidad a los chilenos.

Una nueva Constitución con derechos garantizados, una reforma al sistema educativo que implique educación pública gratuita y de calidad, un plan de recaudación de pensiones estatal como alternativa al actual sistema privado y un cambio en las leyes laborales han generado amplias expectativas con el eventual nuevo giro a la izquierda.

Una expectativa proporcional a las críticas que ha despertado en el oficialismo por la forma en que se obtendría el financiamiento. Reforma tributaria que implica un aumento del 20 al 25 por ciento en el impuesto a las utilidades de las empresas y el término del subsidio a las inversiones, pretenden recolectar unos 15 mil millones de dólares, de acuerdo al programa de la centroizquierda.

En un reflejo del favoritismo de Bachelet, el debate político esta última semana de campaña giró en torno a las polémicas declaraciones de los ministros de Hacienda, Felipe Larraín y del secretario de la Presidencia, Cristián Larroulet, advirtiendo efectos en la economía ante un eventual triunfo de la oposición.

La expansión del 2,8 por ciento de la economía local en octubre pasado, más de un punto porcentual por debajo de las expectativas, llevó a los ministros a centrar la explicación en una eventual victoria de Bachelet.

"Acá hay un reflejo en la inversión del programa de la candidata de la oposición", dijo Larroulet.

Mientras para su colega el ministro de Finanzas, "Es indudable que el programa y las medidas que están planteando, el comando de Bachelet, no estimulan, sino todo lo contrario".

Palabras replicadas con energía desde la oposición, para quien los cuestionamientos son una admisión anticipada de una derrota.

"Lo peor de todo es pretender endosar la culpa, la responsabilidad de la desaceleración de la economía chilena a hechos que todavía ni siquiera se conocen, al parecer estos señores ya dan por supuesto y por establecido que su candidata va a tener una rotunda derrota", dijo el senador Andrés Zaldívar.

El giro del debate hacia temas económicos parece anunciar el debate político en el próximo gobierno, en un síntoma de la escasa incertidumbre que rodea la próxima jornada electoral.

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