Los resultados de la encuesta presidencial del Centro de Estudios Públicos (CEP) en Chile resultaron en un duro golpe para las aspiraciones de la derecha de continuar en el poder, al indicar el triunfo de la candidata opositora Michelle Bachelet en la primera vuelta del 17 de noviembre.
Las reacciones de los dirigentes de la derecha y de los miembros del comando de su candidata Evelyn Mattthei, han sido atacar las metodologías de las encuestas, a pesar que todas coinciden en un bajo respaldo a su opción presidencial.
Así es como el jefe de campaña de Matthei, Joaquín Lavín, le quitó validez a la encuesta, pese a su prestigio y conocida confiabilidad, y señaló que "estoy seguro, se los doy firmado, que el 17 de noviembre le vamos a ganar a la encuesta CEP".
Lavín agregó que "una vez más, como siempre ha ocurrido, esta encuesta sistemáticamente nos ha dado al menos 10 puntos menos de lo que ha ocurrido en la realidad".
La encuesta indica que Bachelet tendría un 47 por ciento de votos, frente a un 14 por ciento de su más cercana contendora, Evelyn Matthei.
Pero si se descuentan los nulos y blancos (como en las elecciones), la postulante opositora obtendría un 60 por ciento.
Además, si se hace el cruce de datos entre quienes realmente irían a votar (dado el nuevo sistema de voto voluntario que debutó en las municipales del 2012), Bachelet ganaría en todo escenario, de alta o baja participación, con entre 52 y 54 por ciento de los votos.
Todo esto no ha hecho más que causar nerviosismo en el oficialismo y sus partidarios, donde se ve muy difícil poder remontar a poco más de dos semanas de las elecciones, por lo que los ataques a la encuesta siguieron de la mano de la misma candidata, Evelyn Matthei quien repitió estas críticas.
"Toda nuestra gente sabe que la encuesta CEP siempre nos da 8 a 10 puntos menos de los que sacamos en las elecciones, más aún en este caso, en que estaba recién empezando nuestra campaña.
"Por lo tanto, si ellos dicen que son 14 puntos, en realidad tenemos entre 22 y 24, y eso nuestro electorado lo sabe perfectamente bien", dijo Matthei.
"Estamos claramente en el segundo lugar y estamos seguros, de acuerdo a nuestras encuestas más recientes, de que va a haber segunda vuelta", afirmó la candidata.
Esta posición ha sido comentada por los analistas políticos, que han dicho en los medios chilenos que se prefiere "matar al mensajero" en vez de enfrentarse al mensaje que es negativo para el oficialismo.
De hecho, son sorprendentes los intentos de deslegitimación que continuaron otros personeros de la derecha, pues el CEP está ligado a su sector, y en los próximos meses su nuevo director será Harald Beyer, ex ministro del gobierno de Piñera, tal como lo fue Lavín y Matthei misma.
La prensa en Chile se ha encargado hoy de desmentir esa supuesta gran diferencia entre el CEP y la votación real de la derecha en las elecciones.
En las elecciones presidenciales de 1999, el CEP indicó que el mismo Joaquín Lavín tendría un 45 por ciento, y obtuvo finalmente 47 por ciento.
En otro ejemplo citado, en 2009, la encuesta señaló un 41 por ciento para Piñera en primera vuelta, para obtener finalmente 44 por ciento.
No son los únicos ejemplos en que esta encuesta estuvo cerca del resultado final (el año 1988 fue de las pocas que predijo la derrota del general Pinochet en el plebiscito), razón por la cual es esperada con expectación por políticos, analistas y periodistas.
El problema de fondo es que la derecha teme el doblaje en las parlamentarias; es decir, que el criticado sistema binominal que abulta su participación sea vencido por el alto respaldo a Bachelet, que puede pasarse a los candidatos al Congreso que la apoyan, frente a la baja adhesión de Matthei.
El sistema binominal obliga a que la primera lista deba doblar la votación de la lista que salió segunda para poder ser electos sus dos representantes, lo que ha hecho que la derecha mantenga casi el 50 por ciento de la representación parlamentaria, con una votación histórica de entre 35 a 38 por ciento, frente al 51 por ciento o más de la centro-izquierda desde 1990.
Esa es la herencia de la Constitución del régimen militar de Augusto Pinochet (1973-1990), donde 45 por ciento de la ciudadanía apoya una Asamblea Constituyente, mientras que el 51 por ciento quiere cambiar el sistema electoral binominal.
Ahora, con apenas 14 por ciento de votación para su candidata, la derecha podría bajar su votación en parlamentarias, mientras que la oposición lograría un número alto de los temidos "doblajes".