La sinfonía de la diplomacia China-Vietnam se ha elevado hasta un nuevo crescendo el domingo, con la llegada a la capital vietnamita de Hanoi del primer ministro chino, Li Keqiang, en visita oficial al vecino sureño.
El viaje marca el tercer contacto de alto nivel entre los dos países este año. El presidente vietnamita, Truong Tan Sang, visitó China el pasado mes de junio, y el primer ministro vietnamita, Nguyen Tan Dung, viajó a la meridional ciudad china de Nanning a principios de septiembre para asistir a la X Expo China-ASEAN.
Durante su visita, el premier chino tratará con los líderes vietnamitas sobre la promoción de la amistad y la cooperación bilaterales, y se espera que las dos partes firmen múltiples documentos de cooperación.
La disputa territorial y jurisdiccional entre los dos países en el Mar Meridional de China se encuentra, sin duda, entre los temas de la agenda que ambas partes discutirán profundamente.
Parece que se ha convertido en una rutina que medios de comunicación, o bien mal intencionados o bien mal informados, aprovechen cada una de las interacciones entre China y Vietnam para perderse en el sensacionalismo del conflicto en el Mar Meridional de China. Esta adicción es tanto innecesaria como desafortunada.
Si bien es cierto que los dos países protagonizaron una escalada de la tensión que afectó a las relaciones bilaterales en los últimos años, gracias a su visión estratégica y a sus esfuerzos conjuntos, las dos partes ya han pasado esa página de la historia.
Con la tensión amainando, la comunicación ha aumentado. Este buen cambio es una fuerte prueba de que los dos países vecinos cuentan con la sabiduría, el coraje y la habilidad para gestionar su disputa y conseguir que ésta no afecte negativamente a sus relaciones en general.
Es alentador ver como China y Vietnam han unido sus esfuerzos para aprovechar el ímpetu que ha surgido y seguir un camino aceptable para ambos.
La propuesta de Beijing de buscar un desarrollo conjunto a la espera de una resolución de la disputa, es tanto estratégica como pragmática y merece una respuesta seria y positiva. Para todos los demandantes, sus intereses comunes superan a sus diferencias. El desarrollo conjunto es la forma más viable de convertir el potencial en beneficios sólidos.
A través del desarrollo conjunto, es más probable que las disputas se conviertan en oportunidades, con las partes concernientes aumentando su entendimiento y confianza mutuos, reduciendo sus diferencias y creando un entorno favorable para una solución. De esta manera, la cooperación general entre China y otros demandantes entrará en un nuevo capítulo.
Sin embargo, sin el desarrollo común, el proceso se convertirá en un camino largo y tortuoso para conseguir la confianza necesaria para una solución duradera. La falta de resultados tangibles implica que la paciencia se agotará más de prisa, y la imprudencia aflorará más fácilmente. Ninguna parte se beneficiaría de este escenario.
China y Brunei han dado un paso adelante. China National Offshore Oil Corporation y Brunei National Petroleum Company Sendirian Berhad firmaron un acuerdo para establecer una empresa conjunta para el servicio de campos petrolíferos. Otros demandantes podrían hacer lo mismo.
La disputa entre China y Vietnam es mayor y más complicada, pero este es exactamente el motivo por el que es aún más necesario y más crucial para los dos países conseguir una solución pacífica y seguir por el camino del desarrollo común.
Una señal alentadora ha sido que el compromiso de ambas partes de resolver los problemas relacionados con el mar a través de consultas amistosas y fomentar la cooperación marítima paso a paso se está materializando, con la puesta en marcha de programas de cooperación preliminares en aguas frente a la bahía de Beibu, un mar semicerrrado cuya demarcación sigue bajo negociaciones entre China y Vietnam.
Este es un buen comienzo y ambas partes deben seguir adelante.