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spanish.china.org.cn | 04. 09. 2013 | Editor: Rui Dong | [A A A] |
(SPANISH.CHINA.ORG.CN)- ¿A quién no le gusta retirarse de la ajetreada vida de la ciudad e ir a un sitio alejado? Si irse a las afueras de la ciudad no es suficiente, existen destinos que van más allá de lo exótico: algunos por ser lugares remotos e incluso inaccesibles.
Estas son las islas que guardan misterios, aventuras y peligros:
01 Floreana, Islas Galápagos
Ecuador
“Cuando estaba a punto de fondear delante de la isla, la baronesa, como en un rito pagano, se desvistió y, desnuda y espectacularmente hermosa, se zambulló en el agua. Nadó hasta la costa para tomar posesión de su reino insular. El clima era tan benigno que en todo el tiempo que permaneció allí no se molestó en volver a vestirse. Sólo llevaba un anillo con un zafiro y una pistola de calibre doce colgada del cuello con una cinta de satén rojo”.
La sugerente baronesa que describe Gianni Guadalupi en su libro Latitud cero es Eloise Wehrborn von Wagner-Bosquet, que llegó en 1932 a la isla de Floreana, en el archipiélago de las Galápagos, para construir un hotel de lujo, Hacienda Paraíso, un sueño que nunca se concretó. La acompañaban en su empresa sus dos amantes --Robert Philipson y un joven alemán llamado Rudolf Lorenz-- y un carpintero ecuatoriano que no tardó en sumarse al menage a quatre. Esta enigmática mujer, que se hacía llamar “Emperatriz de las Galápagos”, trastocó la vida de los colonos alemanes que vivían en la isla: el doctor Friedrich Ritter, un dentista berlinés que se había instalado dos años antes en Floreana con Dore Strauch, una de sus pacientes, y el matrimonio alemán Wittmer con su hijo Harry.
Las cosas empeoraron tras la llegada a Floreana de un grupo de pescadores noruegos que se sumaron a la fiesta. Hubo celos, extrañas muertes (al parecer por envenenamiento) y desapariciones. En junio de 1934, la baronesa Wagner y sus dos novios se esfumaron de la isla. En diciembre de ese mismo año, una expedición científica del museo Smithsonian de Washington encontró en una playa de Marchena, la más septentrional de las Galápagos, los restos de un esquife con los cadáveres momificados de dos hombres. Fueron identificados como el capitán Nyggerud, que realizaba travesías entre las islas, y Rudolph Lorenz, uno de los chicos de la baronesa. A Eloise y a Robert Philippson nunca más se les volvió a ver.