El primer ministro japonés, Shinzo Abe, cuyo gobierno se ha visto enfrascado en una amarga disputa con China sobre las Islas Diaoyu, se reunirá con el presidente de EEUU, Barack Obama, en Washington hoy viernes.
El líder japonés está desesperado por utilizar la reunión para asegurar el apoyo de EEUU en el asunto territorial, pero Washington tiene todos los motivos necesarios para actuar con cautela.
Primero, Japón es completamente responsable por haber creado la disputa con China, tomando la peligrosa política de "comprar" las Islas Diaoyu, siendo éstas parte integral del territorio chino, así como del subsiguiente deterioro de las relaciones entre los dos países.
El apoyo de EEUU a Japón en este asunto no solo dañaría la credibilidad de Washington como una superpotencia constructiva, sino también como importante socio de China en los acuciantes asuntos globales.
A su vez, ésto enviaría la señal errónea a los políticos japoneses de línea dura, fomentando que lleven a cabo más acciones provocativas, e incluso amenazando la paz y la estabilidad en Asia del Este.
Desde una perspectiva estratégica los líderes de EEUU se darán cuenta de que Washington y Beijing tienen, de hecho, tanto en común salvaguardando la paz y promoviendo la prosperidad de la región de Asia Pacífico, que resulta que es Japón, con su tendencia a la derecha, el que provoca los problemas.
EEUU y China, como las economías número 1 y 2 del mundo, han unido sus manos para capear los peores efectos de la crisis financiera global y asegurar una recuperación económica fuerte y sostenible.
Las dos principales potencias, a pesar de sus aparentes diferencias, también han conseguido construir una relación constructiva para resolver los problemas globales, desde la lucha internacional contra el terrorismo, hasta los esfuerzos para mantener la paz en la Península Coreana.
Por otra parte, Japón se ha visto envuelto en disputas territoriales no solo con China, sino también con Corea del Sur y Rusia, lo que supone un riesgo significativo para la estabilidad regional.
Washington, en vez de dejarse llevar por Tokio en su disputa territorial con China, debería trabajar junto a Beijing para controlar las peligrosas ambiciones de los políticos derechistas japoneses y mantener la preciada paz y estabilidad en la región.
Después de todo, son EEUU y China, como las dos economías más grandes del mundo, las que más se beneficiarán de una región pacífica y estable. F