El entrante primer ministro de Japón, Shinzo Abe, dijo el lunes que intensificaría la comunicación con China para mejorar las relaciones entre los dos países.
Sin embargo, también destacó que "no hay lugar para las negociaciones" sobre el tema de las Islas Diaoyu, además de estar "extremadamente apenado" por no haber visitado el santuario Yasukuni durante su anterior mandato.
Tales declaraciones contradictorias del entrante primer ministro japonés ponen en duda su sinceridad respecto a la intención de reparar los vínculos con China.
Es obvio que la decisión japonesa de "nacionalizar" las Islas Diaoyu de China es la causa directa del reciente deterioro de las relaciones entre los dos vecinos asiáticos.
Asimismo, visitar el polémico santuario Yasukuni, donde se encuentran los restos de criminales de guerra de la Segunda Guerra Mundial, es una provocación que hiere los sentimientos de las naciones que sufrieron la agresión y las atrocidades japonesas durante el conflicto bélico.
En un momento en que las relaciones entre China y Japón enfrentan graves desafíos, las elecciones legislativas de Japón deberían tomarse como una oportunidad para recomponer los lazos bilaterales. Un político con madurez aprovecharía la ocasión para mostrar buena voluntad y emprender acciones constructivas, en lugar de hacer lo contrario.
Como apuntaba un editorial del periódico estadounidense Wall Street Journal, "Si el señor Abe lleva hasta el final estos gestos tan simbólicos, las relaciones con la mayor parte de Asia se deteriorarán".
China y Japón son vecinos muy importantes, por lo que una relación bilateral pacífica y estable no sólo beneficia a los dos países, sino que contribuye a la paz y al desarrollo de toda la región Asia-Pacífico.
Por eso es muy recomendable que el líder japonés en espera de confirmación, siguiendo las exigencias de Beijing, gestione de forma adecuada las cuestiones sensibles entre ambos países y muestre una sinceridad inequívoca en mejorar las relaciones con China.
Como reza el viejo refrán, es prudente juzgar a una persona por sus actos, no por sus palabras. China, Asia y el mundo entero están vigilando.