Uno de cada cuatro trabajadores está en paro. El dato es redondo, contundente, frío. Muy frío. Y, en cambio, también es muy elocuente. Habla por sí mismo de cual es el principal problema que padece España. Eso se corroboró este viernes, cuando el Instituto Nacional de Estadística (INE) dio a conocer que el desempleo siguió subiendo en verano. Llegó al 25,02%. Un nuevo hito histórico de la crisis, como los 5,778 millones de parados. Este dato, otro lado de un prisma muy complejo, no es tan frío, está lleno de caras.
12.000 personas menos dispuestas a trabajar
La ministra no mencionó la caída de la población activa. El número de personas y disposición de trabajar se redujo en 12.000 personas entre julio y septiembre y evitó una subida mayor del número de parados y de la tasa de desempleo. Esta reducción se debe exclusivamente a la salida de España de los trabajadores extranjeros.
Tanto la titular de Empleo como la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, en la comparecencia posterior al Consejo de Ministros, pusieron énfasis en destacar que la destrucción de empleo se debe en buena medida a los despidos en la Administración. Solo en el último año el sector público cuenta con 230.000 empleados menos; en el trimestre 49.400, 200 menos que en el sector privado.