WASHINGTON, 2 sep (Xinhua) -- Estados Unidos tendrá la oportunidad de mejorar aún más sus relaciones con China y afianzar la confianza estratégica mutua cuando dos importantes funcionarios del Gobierno estadounidense visiten Beijing este mes.
La secretaria de Estado Hillary Clinton llegará a Beijing este martes para mantener conversaciones con altos funcionarios chinos sobre una serie de temas de interés común. Será seguida por el secretario de Defensa, Leon Panetta, que realizará su primera visita a China a finales de este mes, con miras a fortalecer los vínculos militares bilaterales.
La atención mundial se centrará en cómo los dos funcionarios estadounidenses explicarán a la parte china las verdaderas intenciones de la política "Pivote a Asia" que adoptó la administración Obama, especialmente su nueva estrategia de defensa.
Desde el pasado otoño, la administración Obama ha venido aplicando la mencionada política expandiendo e intensificando su presencia política, diplomática y militar en la región de Asia-Pacífico.
El principal objetivo que hay detrás de este cambio es mantener el dominio estadounidense en la región, rica en recursos y en rápido crecimiento, en medio de la creciente preocupación por el resurgimiento de China.
En el marco de dicha política, Washington ha aumentado su presencia e involucración militar en la región de Asia-Pacífico a mayor ritmo, incluyendo el despliegue de tropas en Australia, el fortalecimiento de la cooperación militar con Japón, y el deliberado aumento de los vínculos militares con algunos países asiáticos como Filipinas y Vietnam, que mantienen disputas territoriales con China.
El cambio estratégico estadounidense ha suscitado más preguntas que respuestas: ¿La política pivote está destinada a buscar una mayor paz y estabilidad en la región de Asia-Pacífico? ¿Puede desempeñar Estados Unidos realmente un papel justo sobre las disputas territoriales en la región? ¿Puede EEUU cumplir sus compromisos de no pretender contener a China?
Muchas de las acciones estadounidenses han sido hasta ahora contraproducentes para promover la paz y la estabilidad en la región de Asia-Pacífico, como lo demostró el hecho de que la situación de seguridad en la región ha empeorado, en lugar de mejorar, debido a la reciente escalada de disputas territoriales en el Mar Oriental y el Mar Meridional de China.
Washington, que se compromete a no apoyar a ninguna parte en las disputas, es criticado por agudizar las tensiones, pues ha alentado a algunas partes relevantes a hacer provocaciones contra China a fin de lograr inmerecidos beneficios territoriales.
Esto se evidenció en la tensa disputa del pasado abril sobre la isla Huangyan, en el Mar Meridional de China, provocada por el envío de un buque de guerra por parte de Filipinas para perseguir a pescadores chinos que operaban legalmente en aguas territoriales de China.
Manila considera el pivote y creciente apoyo de Estados Unidos como una oportunidad para desafiar a China para lograr sus ilegítimos objetivos en el Mar Meridional de China.
Irónicamente, mientras se tapó los ojos ante los actos provocativos de Manila, el Departamento de Estado norteamericano criticó en agosto injustamente a China por elevar el nivel administrativo de la ciudad de Sansha y establecer allí un cuartel militar, que fue una respuesta justificada a las provocaciones extranjeras.
Cuando se agravaron en agosto las tensiones entre China y Japón sobre las islas Diaoyu, Estados Unidos comenzó una maniobra militar con Japón sobre toma de islas durante un mes, una acción considerada como una muestra del apoyo de Washington a Tokio en dicha disputa.
Clinton dijo la semana pasada que el Pacífico es suficientemente grande para todos los países, incluidos Estados Unidso y China, pero no mencionó que es también bastante pequeño para crear conflictos que pueden amenazar la paz en la región y el mundo, si Washington no actúa justa y responsablemente.
China respeta los compromisos estadounidenses de no pretender contener a China, sino desarrollar una relación positiva de cooperación entre los dos países.
Sin embargo, Washington le debe a Beijing una explicación completa y convincente sobre las intenciones reales de su política pivote, especialmente sobre aquellos temas relacionados con los intereses vitales y fundamentales de China.
Estados Unidos también tiene que dar pasos concretos para demostrar que regresa a Asia como un partidario de la paz, y no como un provocador de problemas.
Esto es justamente lo que espera China de las próximas visitas de Clinton y Panetta a Beijing. Fin