Unas 45.000 personas procedentes de todo el mundo y al grito de "tomate", "tomate", participaron hoy de la célebre batalla de la "Tomatina" en la localidad de Buñol en Valencia, este de España, con el lanzamiento de 125.000 kilos de tomate.
La guerra a "tomatazos" que se inició hace 67 años como un juego de jóvenes del pueblo suscita cada vez una mayor atención internacional.
De acuerdo con los organizadores, a los visitantes de toda Europa y Asia que forman parte habitual de la tradición se agregaron turistas de Australia, Brasil o Argentina.
En apenas una hora, el "cargamento" de tomates fue vaciado por camiones en el centro de la localidad para que fuera utilizado como "proyectil" por los asistentes y tiñiera suelos y paredes para dibujar una estampa de tradición.
La enorme marea humana abrió paso a los camiones cargados de tomate; se desató la euforia y mientras algunos turistas protegían sus pequeñas cámaras con fundas de papel y plástico para inmortalizar el momento, los tomateros que lograron subirse a los camiones se sujetaron para no caer de la cubierta de un camión convertido en barco.
De esta forma, las mangueras comenzaron a regar el recorrido para refrescar a las miles de personas que saltaron, bailaron y gritaron sobre el infierno de asfalto, donde los miles de tomateros dijeron: "Yo no quiero agua, yo quiero tomate".
El uniforme mayoritario fue la camiseta blanca y pantalón corto o bañador escogido con previsión de un posterior uso para trapos o depósito en el contenedor más próximo.
Incluso algunos se atrevieron a completar su vestimenta con una peculiar protección craneal, un sandía vaciada y recortada en forma de casco.
Este año, en medio de una grave crisis económica en España, la fiesta de la "Tomatina" derivó en un acto de auténtica catarsis popular, en el que jóvenes y mayores hicieron lo posible por regenerar un espíritu machacado por tanta noticia negativa de mercados y estrechez monetaria y crisis permanente. Fi