La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por siglas en inglés) reconoció el liderazgo cubano en el desarrollo de la agricultura urbana y suburbana.
Al intervenir esta semana en un Seminario Internacional sobre Agricultura urbana y suburbana que sesionó en La Habana, el presentante de la FAO en Cuba, Marcio Porto, aseguró que la nación caribeña es un modelo a seguir para los países latinoamericanos.
Porto aseguró que la apuesta del agricultor cubano en pos del incremento de la producción de alimentos en los alrededores de su domicilio no solamente es beneficiosa para sí mismo, sino también para la economía.
Producir cerca del mercado consumidor constituye una importante ventaja debido a los altos precios del petróleo, señaló el funcionario de Naciones Unidas.
El uso de combustibles encarece notablemente la producción y comercialización de alimentos, fundamentalmente en aquellas naciones de menores ingresos económicos.
Según el director nacional de Cultivos Varios del Ministerio de Agricultura (MINAG), Gilberto Díaz, señaló que ambos sistemas productivos en Cuba se han articulado como un movimiento participativo popular, que año tras año muestra mejores resultados.
Díaz destacó también su aporte a la reducción de la vulnerabilidad alimentaria, la generación de empleos y a la elevación de la cultura en la alimentación.
En un intento por hacer productivas las áreas agrícolas ociosas, en septiembre de 2008 el gobierno cubano comenzó a entregar en usufructo a personas o cooperativas las parcelas de tierras improductivas o insuficientemente explotadas, medida que forma parte de un ambicioso programa de "actualización del modelo económico" de la isla.
Esos terrenos, de entre 13 y 33 hectáreas, son concedidas por un término de 10 años a particulares, pero si se trata de personas jurídicas, como cooperativas, se ofrecen hasta por 25 años, y en ambos casos los contratos se podrán renovarse una y otra vez por tiempo similar.
Hasta marzo último, las autoridades habían recibido más de 194.000 peticiones de usufructo, de las que el 92 por ciento ha sido aprobada y el resto está en trámites, aunque a unos 14.000 beneficiados se le ha retirado el derecho a la tierra por renuncia o incapacidad.
La superficie agrícola de Cuba es de 6.600.000 hectáreas y el fondo ocioso se calculaba en más de 1.800.000 hace tres años, cuando el gobierno comenzó su entrega en usufructo.
Buena parte de esas tierras estaban cubiertas de marabú, un arbusto espinoso de la familia de las Mimosáceas, de rápida propagación y que forma tupidos bosques, muy difíciles de erradicar.
Funcionarios del MINAG han adelantado que el gobierno estudia permitir el arrendamiento de hasta 67 hectáreas, poco más del doble de las 33 permitidas hasta ahora, además de que los usufructuarios puedan construir viviendas en esos terrenos para dar continuidad y sustentabilidad a la medida.
El presidente Raúl Castro ha insistido en varias ocasiones en que la producción de alimentos es un asunto de seguridad nacional y ha reiterado su empeño en activar la producción agrícola de la isla.
Cerca del 80 por ciento de la canasta básica que compran los 11,2 millones de cubanos a precios subsidiados es de importación, pero las autoridades sostienen que la mayoría de esos artículos se pueden producir en al país y evitar una factura anual que ronda los 2.000 millones de dólares anuales en la compra de alimentos.
La clave actual de la reforma económica cubana es la agricultura, como lo fue en Vietnam y en China. Si fracasa la reforma en la agricultura, fracasa toda la reforma, afirmó el investigador Pavel Vidal, del Centro de Estudios de la Economía Cubana, en una reciente entrevista con la revista Espacio Laical.
El joven economista indicó que un aumento de la producción de alimentos liberaría divisas para invertir en otros sectores, además de contribuir al equilibrio externo y a la salida de la crisis financiera., y daría más apoyo popular a las reformas.
Sobre ese último tema, Vidal apuntó que si se resuelve el tema de la alimentación, que es una de las demandas sociales más importantes, donde la población quiere ver resultados a corto plazo, la reforma tendría mucho más apoyo popular.
Economistas cubanos calcularon que las familias gastan entre el 60 y el 80 por ciento de sus ingresos en la compra de alimentos, pues la canasta básica subsidiada que recibe mes por mes cada cubano sólo alcanza para 15 días. Fin