Una multitud colorida recorre desde temprano las estrechas calles de Puerto Príncipe, la populosa capital de Haití, donde sólo algunos cientos de niños pueden sentirse privilegiados.
Son cientos de niños que, entre 4,3 millones de haitianos en edad escolar, podrán recibir educación, y posiblemente se marcharán cuando hayan terminado sus estudios, pese a la imperiosa necesidad que tiene el país de retener a personal calificado.
De cada 800 niños que nacen al día en Haití, sólo 582 tienen la oportunidad de ir a la escuela primaria, 72 terminan la secundaria y entre cinco o seis emigran al extranjero de siete que logran una licenciatura en la universidad, según el rector de la universidad haitiana Quisqueya, Jacky Lumarque, estudioso de este fenómeno.
"En estas condiciones Haití no puede funcionar ni desarrollarse", explicó Lumarque a Xinhua.
Haití se ha propuesto impulsar la educación en todos los niveles como una forma de encaminar el desarrollo del país, dos años después del devastador sismo que dejó 222.570 muertos de una epidemia de cólera a la que se agregaron otras 7.000 víctimas mortales.
El terremoto del 12 de enero de 2010 también causó la muerte de unos 38.000 estudiantes y de 1.300 maestros, y destruyó más de 4.000 escuelas y la sede del Ministerio de Educación, según un balance de daños que hizo el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
El gobierno del presidente de Haití, Michel Martelly, busca cumplir este año un plan en el que la educación gratuita ocupa un lugar preferencial, luego de haber conseguido en 2011 el subsidio escolar para 903.000 niños en todo el país, incluido transporte y almuerzo.
"El 85 por ciento de los haitianos que reciben educación están fuera de Haití", dijo Martelly en entrevista a Xinhua esta semana, al referirse a la grave situación que atraviesa la educación haitiana, y las metas que se ha propuesto lograr.
"No tenemos gente competente. El nivel de educación no es el que debería ser", agregó el mandatario.
En octubre de 2011 cuatro millones de escolares, según las autoridades, comenzaron el año escolar, incluidos 712.000 niños que empezaron a beneficiarse de un programa de escolarización gratuita promovido por el presidente Martelly.
La iniciativa se aplica en ocho de los 10 departamentos del país, y contempló en un inicio a 140.000 niños de entre seis y 12 años, mientras un Fondo Nacional para la Educación (FNE), lanzado el año pasado, el cual cuenta ya con 28 millones de dólares según el gobierno, de un total de 360 millones necesarios hasta el año 2016.
El Ministerio de Educación de Haití prohibió también los cobros en las escuelas públicas (100 gourdes (2,5 dólares), como parte de las acciones para garantizar la gratuidad de la enseñanza.
Según recientes estudios, la gran mayoría de los cuatro millones de niños haitianos en edad escolar no acuden a las escuelas por falta de recursos y sólo 4 por ciento de los niños escolarizados alcanzan el nivel secundario.
En las zonas rurales, donde viven alrededor de 75 por ciento de los niños, la mayoría no tiene acceso a la educación y el terremoto empeoró la situación al destruir las escuelas.
El ministro haitiano de Educación, Réginald Paul, anunció esta semana que 903.000 alumnos estan inscritos en el sistema escolarizado, gracias al programa "Educación para Todos", a lo cual se sumará un programa de formación de profesores que se pondrá en marcha.
Paul agregó que unas 300 escuelas están en construcción o en proceso de rehabilitación, gracias a la cooperación de instituciones como el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Mundial y la Unicef, ésta última a cargo de un programa que permitió la edificación de 193 centros educativos a los que asisten 80.000 niños.
"Lamentablemente no disponemos este año de fondos suficientes para poner en marcha un programa encaminado a dotar cada sección comunal de una escuela nacional", dijo Paul a radio Metropole. El presupuesto del sector para 2012 alcanzará 3.000 millones de gourdes (75 millones de dólares).
Pero la solución no se limita al ámbito educativo.
Lumarque, el rector de la universidad Quisqueya, cuya sede principal fue destruida por el sismo de 2010 un mes después de haberla inaugurado, dijo a Xinhua que los políticos deben poner de su parte haciendo que las instituciones funcionen y proporcionando mayor seguridad a la población.
"Perdimos dos campus, pero ahora estamos de pie, con lo que demostramos que lo más importante no son los edificios sino el factor humano", dijo Lumarque. Fin