El presidente de Chile, Sebastián Piñera, ha insistido en los últimos días en la necesidad de consolidar la unidad nacional con el fin de superar lo que se conoce como "la trampa de los países de ingreso medio".
En su opinión, la sociedad chilena está en presencia de ese fenómeno abordado de manera amplia en la literatura económica del desarrollo.
Se trata de aquellas naciones que, como Chile, están en torno a 15.000 dólares de ingreso per cápita, que literalmente significa estar en la mitad del camino del desarrollo, pero que sienten que ya lo alcanzaron.
La preocupación del gobernante, el primero de derecha elegido en las urnas en medio siglo en Chile, se centra en la poca correlación que se percibe entre el estado de cosas en el país, como los buenos índices económicos, y el nivel de la política.
De manera oficial se informó este martes que la economía registró un crecimiento de 7,3 por ciento en mayo pasado, mientras que se ha reducido también a 7 por ciento el desempleo.
Es evidente que no existe correspondencia entre esos indicadores y el malestar social que se están expresando con vehemencia en las calles de las principales ciudades del país, sobre todo en las masivas manifestaciones de estudiantes que exigen reformas a la educación.
"El país está bien y la política, mal", ha sentenciado Piñera, al anotar un escaso diálogo y, aún más, la falta de voluntad de diálogo de la oposición de centroizquierda frente al gobierno, obstaculizando la aprobación de proyectos de ley en el Congreso.
Al citar "la trampa de los países de ingreso medio", Piñera intenta rechazar la idea que asocia el desarrollo con una suerte de estado de bienestar, donde las condiciones de vida están dadas completamente y no dependen del esfuerzo y la responsabilidad individual.
El propio mandatario ha fijado la meta de que Chile llegue a ser un país en desarrollo al final de la presente década, pero al país le resta mucho para alcanzar esa condición.
De acuerdo con un reciente estudio, 60 por ciento de los chilenos viven con ingresos iguales a los de un país africano pobre, mientras una minoría ostenta un nivel de vida similar al de países desarrollados de Europa, lo cual lo convierte en uno de los países con más desigualdad en el mundo.
Por eso, este lunes insistió, en la conmemoración del bicentenario del Congreso, que "sólo con unidad podremos superar lo que hoy día se conoce como la trampa de los países de ingreso medio".
También dijo que son muchos los países que han logrado llegar al nivel de Chile, "pero son muy pocos los que han logrado dar ese segundo gran salto hacia adelante, derrotar la pobreza, superación del subdesarrollo y creación de una sociedad con verdaderas oportunidades para todos".
Destacó que el desafío "es el de ser protagonistas activos y no meros observadores de estos cambios que están recorriendo a Chile y sacudiendo al mundo", en alusión a las masivas movilizaciones de estudiantes y trabajadores de diversos sectores que se han originado en los últimos 20 días.
Aseguró que este desafío "requiere unidad para ser enfrentado, porque vivimos una paradoja, no solamente en Chile, (también) en el mundo entero".
"Tanto aprecio por la democracia y, al mismo tiempo, a veces tanto desprecio por la política. Esta es una paradoja peligrosa, porque todos sabemos que no hay democracia sana con política enferma", sentenció.
El mandatario hizo un llamado a los políticos a comprometerse a cumplir sus funciones, "velando por el bien común por sobre todo interés particular, con buena voluntad, por sobre toda intransigencia, y promoviendo el diálogo y los acuerdos cada vez que ello sea posible".
El gobierno parece consciente de que existen muchas razones en las nuevas demandas ciudadanas, relacionadas con la educación, el cuidado del medioambiente y la discriminación que afecta a muchas minorías, especialmente indígenas.
De ahí que trabaje en sus propuestas sobre estos temas, cuya repercusión está afectando la popularidad de Piñera y sus ministros, mientras trata de reducir el nivel de confrontación creado por las protestas y recuperar el control de una agenda que parece habérsele escapado de las manos por la presión de los estudiantes.
Este martes se dieron a conocer los resultados del último sondeo del Centro de Estudios de la Realidad Contemporánea (CERC), el cual muestra una aprobación ciudadana del presidente de 35 por ciento, mientras el rechazo a su gestión alcanza 53 por ciento. Fin