El vicepresidente chino, Xi Jinping, arriba hoy a Chile, tras visitar Cuba y Uruguay, para cerrar una gira que confirma la creciente colaboración mutuamente ventajosa entre China y América Latina y el Caribe.

Tanto a nivel político, como económico y cultural, el intercambio bilateral se ha ido profundizando año tras año, incluso, durante la recién crisis global, cuando las naciones latinoamericanas y caribeñas pudieron sortear esa debacle gracias al comercio con China.

La firma de acuerdos, así como las conversaciones entre las autoridades y el vicepresidente chino, reafirman la decisión común de seguir avanzando en estrechar los lazos de modo multilateral.

Como ha señalado la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), la visita de Xi representa una importante oportunidad para fortalecer aún más las relaciones entre América Latina y China.

América Latina es un continente emergente con grandes recursos naturales y China representa el principal país en desarrollo del mundo, teniendo ambos amplias coincidencias de intereses en un mundo cada vez más interdependiente.

Ciertamente, se necesita dar nuevos pasos en esas relaciones, cuya consolidación es indispensable para mantener un crecimiento sostenido, cuando aún hay incertidumbre por el retraso de la recuperación en Estados Unidos y Europa.

El mensaje que hará el dirigente chino en ese organismo, sobre las relaciones chino-latinoamericanas, marcará la ruta del empeño común por el desarrollo económico en beneficio mutuo, basada en la sincera amistad y el interés por mejorar el nivel de vida de los ciudadanos.

Desde el 2008, con el lanzamiento del Libro Blanco sobre las relaciones con América Latina, quedó establecida la estrategia china en todas las esferas, la cual ha contribuido a un mayor entendimiento mutuo y a la extensión y diversidad de los vínculos entre la nación asiática y la región.

El gran desafío latinoamericano es consolidar la diversificación de sus exportaciones con mayor valor agregado, mientras busca atraer más inversiones directas de China y promover las propias en ese país.

Los países del Sudeste Asiático y Africa mantienen por separado cumbres presidenciales con China, las cuales se han transformado en instrumento de decisiones estratégicas, cuyos resultados han sido alentadores. Ese mecanismo falta con América Latina.

China se ha convertido en un socio comercial estratégico para la región y las posibilidades para las mutuas inversiones aparecen como infinitas, dado que la segunda potencia económica mundial no detiene su desarrollo hacia una sociedad moderadamente acomodada.

También es el primer productor de manufacturas y el mayor exportador de bienes del mundo y se estima que desplazaría a la Unión Europea como segundo mercado de destino de las exportaciones de la región en esta década, sólo superado por Estados Unidos.

Las exportaciones latinoamericanas pudieran ampliarse porque las potencialidades de China no parecen tener límites, siendo aprovechadas más por países como Brasil, Chile, Perú, Venezuela, Colombia, Ecuador, Argentina y Cuba, que por Centroamérica, con la excepción de Costa Rica.

Lamentablemente, esa canasta exportadora aún se caracteriza por incluir pocos productos básicos o commodities, aunque presentan diversos grados de especialización.

Por otro lado, el pronóstico de organismos internacionales indica que, como origen de las importaciones de la región, China podría superar a la Unión Europea y a Estados Unidos dentro de una década.

La estabilidad que se observa en la mayoría de las naciones latinoamericanas y caribeñas facilita elevar a nuevos planos y con mayor calado las relaciones económicas con China.

La visita de Xi Jinping a América Latina y los nuevos acuerdos con los gobiernos de Cuba, Uruguay y Chile fomentarán los lazos mutuamente benéficos en la ruta común hacia el desarrollo. Fin