Influencia global de China despierta interés por su lengua en Argentina

Profesores y alumnos confirmaron el alza en las matrículas de los cursos de chino. La importancia global del país asiático es determinante en la elección de los estudiantes, aunque pesan también las razones culturales y comerciales.

“Además de una cuestión cultural y laboral, aprender el idioma me sirve para entender mucho mejor la cultura de China. Eso lo hace atractivo. Lo más difícil al momento de estudiar es aprender los diferentes tonos y pronunciaciones, ya que son muy distintos a los nuestros”, contó esta licenciada en Hotelería y Turismo, que provoca la risa de su madre, hermanos y amistades cuando la escuchan practicar.

La Escuela China Argentina ofrece clases de mandarín desde 2003 y su matrícula creció de un 20 a un 25 por ciento en 2010, cuando alcanzó los 100 estudiantes en un cuatrimestre, aseguró su representante, Joaquín García. “El perfil de nuestros alumnos es profesional, de 20 a 40 años, del sector del comercio exterior, como importadores y despachantes de aduanas, que tienen la inquietud de aprender por razones laborales”, explicó.

Sol Heredia cuenta con una licenciatura en Estudios Orientales y es la encargada de Gestión Cultural y Académica de Asia y Argentina, entidad que ofrece una variada gama de servicios, entre ellos cursos de idioma. “La lengua china se ha establecido como una opción. No es ya una moda ni algo pasajero. Por eso no es raro encontrar gente que estudie esta lengua, y ello se debe a la importancia del país, a su poder y crecimiento. China es un gigante económico y saber hablar su idioma es una herramienta superútil”, expresó.

En esa institución el número de 60 estudiantes por cuatrimestre se mantiene constante, con un perfil amplio, que incluye alumnos universitarios, profesionales y hasta jubilados que prevén viajar a China por razones turísticas.

Para conocer cuál es la dificultad en el aprendizaje, esta agencia habló con Zhang Jingnan, profesora en el Instituto Confucio desde hace más de dos años y medio. “Enseñar chino es un desafío. La mayor dificultad radica en la pronunciación, el poder diferenciar los tonos al hablar, y, a partir de ahí, diferenciar los significados”, comentó la joven, nacida en la ciudad de Shijiazhuang, en la provincia china de Hebei.

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Zhang, quien además de trabajar como profesora se desempeña como traductora, tiene a su cargo 15 alumnos del nivel I, y 16 en el nivel II y siempre remarca a sus estudiantes la importancia de la entonación. “Siempre es motivo de risa en el aula cuando se pronuncia de distinta manera el carácter correspondiente al verbo ser”.

La Cámara de la Producción, la Industria y el Comercio Argentino-China tuvo 18 alumnos en 2003, primer año en que ofreció cursos del idioma. En la actualidad, dijeron desde su Dirección Ejecutiva, hay 73 estudiantes divididos en los niveles I, II y III, cada uno de carácter anual, con un perfil de interesados eminentemente vinculado al comercio exterior.

Sebastián Mendoza, de 24 años y empleado del Standard Bank, estudia en el Instituto Confucio porque “siempre” se interesó por el idioma chino, “no sólo porque de aquí a unos años la necesidad de hablarlo será la misma que hablar inglés en la actualidad, sino porque me fascinaría conocer China y vivir sus costumbres, y sin el idioma no lo podría hacer”.

“Aprender el idioma más que atenuar diferencias culturales, hace enriquecer mis ganas de aprender esa cultura. En muchos sentidos están muy avanzados y a la vez no se desapegan de lo tradicional. ¿Lo más difícil a la hora de estudiar? Los tonos. Ya nos advirtió la profesora que de pronunciar mal ciertas palabras se podrían producir confusiones”.

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