Ecuador amaneció en estado de excepción y bajo vigilancia militar luego de que soldados rescataron tras un intenso tiroteo al presidente Rafael Correa de un hospital rodeado por policías que horas antes le dispararon gases lacrimógenos, en un inesperado episodio de violencia que costó al menos tres vidas, decenas de heridos y obligó a la renuncia del jefe de la policía nacional.

En una secuela de la tensa jornada la víspera, esta mañana se conoció la renuncia a su cargo del jefe de la Policia Nacional, Freddy Martínez, quien permaneció al margen de los hechos, pero fue incapaz de contener la rebelión de los policías bajo su mando.

El gobierno declaró estado de sitio, lo que prevé el control militar de la seguridad pública, la supresión de las garantías civiles y permite cateos sin órdenes judiciales. Perú y Colombia cerraron sus fronteras con Ecuador en apoyo de Correa.

Al cabo de la peor crisis de su mandato, Correa emergió anoche victorioso luego de ser rescatado por efectivos militares de un hospital donde permaneció cautivo más de doce horas. "Fue el día más triste de mi vida", resumió el mandatario.

Bajo custodia militar, Correa llegó hasta el palacio presidencial de Corondelet, donde arengó a sus partidarios y advirtió que no habrá "perdón ni olvido" para los protagonistas de la refriega que se prolongó prácticamente a lo largo de todo el jueves.

Correa dijo que la jornada fue un intento militar por deponerlo y culpó al ex presidente Lucio Gutiérrez de estar detrás del intento.

En declaraciones televisivas, Gutiérrez calificó los señalamientos hechos por el mandatario de "totalmente falsos".

"Querían muertos, querían sangre", dijo sin embargo Correa en una conferencia de prensa en el Palacio presidencial al término de la revuelta.

También agradeció a los cientos de personas que llegaron hasta el hospital donde fue retenido por horas "dispuestos a morir para defender la democracia".

No obstante, el director del hospital, César Carrión, discrepó de los señalamientos de Correa, según los cuales permaneció "prácticamente cautivo". Carrión dijo que el presidente contó con el apoyo de su cuerpo de seguridad a su lado y que no había policías armados dentro de la instalación.

Los seguidores de Correa lanzaron piedras a los policías sublevados, que repelieron la agresión con gases lacrimógenos.

Correa salió del hospital en una silla de ruedas debido a una cirugía de rodilla a la que fue sometido la semana pasada y provisto de un casco y una máscara antigases.

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