El Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia calificó ayer martes de infundadas las acusaciones de espionaje por parte de Estados Unidos, que el lunes anunció la detención de 10 personas supuestamente dedicadas a recabar información para la agencia rusa de inteligencia SVR, antiguo KGB.
Andrei Nesterenko, el portavoz del ministerio, comentó que "esas detenciones no tienen fundamento y presentan objetivos indecorosos. No entendemos las razones por las que el Departamento de Justicia de Estados Unidos ha hecho unas declaraciones públicas que recuerdan a la época de la Guerra Fría. En cualquier caso, es lamentable que esto haya ocurrido justo cuando se están empezando a normalizar las relaciones bilaterales entre nuestros países".
Pocas horas antes, el ministro ruso de Asuntos Exteriores Sergei Lavrov declaraba en Jerusalén que su país espera explicaciones de la parte estadounidense sobre la detención de los presuntos espías rusos, que según el diplomático se ha anunciado deliberadamente en este momento tan especial.
Desde luego, así lo parece, ya que las detenciones se produjeron tan sólo 48 horas después de que el presidente ruso Dmitry Medvedev abandonara Estados Unidos con la promesa de ampliar las relaciones bilaterales tras la reunión en Washington con su homólogo norteamericano Barack Obama.
A pesar de la protesta del Kremlin, el portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs, comentó ayer que espera que las detenciones no afecten a las relaciones entre ambos países, y que, aunque Obama estaba al corriente de la operación, no comentó el tema con Medvédev por temor a que los agentes emprendieran la huida.
Precisamente ayer, otro de los acusados de espionaje, que había conseguido huir en un primer momento, fue detenido en el aeropuerto de Chipre cuando intentaba volar a Budapest.