El 15 de agosto de 2008 el presidente chino Hu Jintao y el presidente de honor de COI, Juan Antonio Samaranch, llegan al Estadio Capital de Beijing a ver el partido de voleibol femenino entre China y Estados Unidos.
Idilio con China
Ya con anterioridad a su puesta al frente del COI, Samaranch había expresado reiteradamente la conveniencia de integrar a China en las instituciones deportivas internacionales. Gracias a sus destrezas diplomáticas, Samaranch consiguió que China entrara en el movimiento olímpico en 1979.
Su figura está unida indisolublemente a los grandes momentos del deporte chino contemporáneo. Fue él quien entregó la primera medalla de oro a un atleta chino en Los Ángeles’84 y en el país se recuerda su cariñoso cachete a la jugadora de tenis mesa Deng Yaping cuando le hizo entrega del oro en Atlanta’96.
Pero si hay algo por lo que se le recordará eternamente en el país asiático es por haber sido uno de los grandes impulsores de la candidatura de Beijing 2008, unos juegos que la capital china logró, en parte, gracias al empeño personal de Samaranch. Su frase en Moscú, el 13 de julio de 2001, cuando anunció la concesión de los juegos a Beijing, está grabada profundamente en la memoria colectiva del pueblo chino. Unos juegos que cambiaron China para siempre.