Al caer el telón del XIX Festival de
Cine de Tokio, la película hongkonesa Padre e hijo se
adjudicó el Premio a Mejor Película de Asia y el Premio a Mejor
Contribución de Arte. En realidad sus logros no fueron nada fáciles
porque antes de pasar a la competencia, tuvo que estar en la
exposición en condición de película de observación y ganar el
Premio a Mejor Película de Asia.
En esta ocasión formaron parte del
jurado Marco Muller, supervisor general del Festival de Cine de
Venecia, y Jean-Pierre Jeunet, director de la película francesa
Fabuleux destin d´ Amélie Poulain (Amelie from Montmartre
en inglés). El presidente del jurado reveló que anteriormente el
jurado gastaba mucho tiempo en la evaluación, pero que esta vez
empleó tan sólo unos minutos para otorgar el máximo premio a Padre
e hijo.
Esta película desenvuelve ante los
espectadores el proceso de búsqueda de felicidad entre padre e hijo
en la familia de un joven matrimonio, un proceso desconcertante
pero firme, en el cual la traición no tiene lugar cuando el amor se
cambia al odio. Por medio del estilo realista, la película
desarrolla subrepticiamente a la china una retahíla de episodios en
la vida de cada día, y entre la risa con lágrimas y la tristeza con
sonrisas retrata de manera directa y profunda el "fatalismo del
padre versus el hijo", poniendo al descubierto con sutileza y hasta
la saciedad la inseparabilidad y la perplejidad entre el padre y su
hijo adolescente de nuestro tiempo.
La película despliega con viveza el
sentimiento humano auténtico y su fuerza conmovedora ante nuestros
ojos y, quiérase o no, nos mueve a pensar en nuestros propios
padres e hijos sin darnos. ¿Seguirá el hijo las huellas del padre o
no? Eso es, indudablemente, un largo camino que implica
educación.
(08/11/2006,CIIC)
|