Durante el periodo de poscrisis, Estados Unidos y los países europeos han vuelto a aplicar la estrategia de “reindustrialización”. La conversión de la “desindustrialización” en la “reindustrialización” significa que ha subido el porcentaje de empleo en la industria fabril de Europa y que alguna cantidad de los fondos fluye otra vez de los países en desarrollo a los desarrollados.
Reindustrialización occidental a costa de China
Es sabido por todos que los países desarrollados fueron los primeros en llevar a cabo la desindustrialización. Debido a la elevación de los costos de producción como la tierra y mano de obra, la constante mejora de la conciencia de protección medioambiental y el gradual agotamiento de los recursos, desde los años 60 y 70 del siglo pasado, muchas empresas de países occidentales comenzaron trasladar sus industrias de procesamiento y emsablaje, las intensivas en mano de obra, a otras regiones del mundo con bajos costes. Sin embargo esta práctica provocó también serios problemas para el desarrollo económico y empleo. Luego de estallar la crisis financiera en 2008, y sobre todo la continua expansión de la deuda europea, el “desendeudamiento” de las familias estadounidenses y del Gobierno europeo hicieron que estos países reflexionaran la desindustrialización y esperaran realizar nuevamente la economía real.
Hay que ver que la reindustrialización occidental desafía directamente la “fabricación en China”. En la reunión anual 2012 del Foro de Boao, un director del General Electric expresó que la economía ficticia ha causado el alto desempleo en EE.UU. en la crisis global y la caída del consumo por la falta de confianza en el futuro, y que se debe pasar de la desindustrialización a la reindustrialización y revitalizar la industria fabril llevando puestos de trabajo a su país.
Enorme desafío para China en la disputa por la industria manufacturera
A la vez, Estados Unidos y los países europeos aprovechan la reindustrialización para volver a construir barreras comerciales y recuperar el liderazgo en la competencia de industrias internacionales, por medio del impuesto sobre el carbono, normas de trabajo y responsabilidades sociales.
Es innegable que la trasladación de las industrias es consecuencia de la distribución racional de los recursos económicos globales y tanto los países desarrollados como los en desarrollo son beneficados. No obstante, esta trasladación produjo efectos secundarios cada vez más obvios para los países avanzados, a saber, el aumento del desempleo y de la brecha entre ricos y pobres, entre otros problemas económicos y sociales. Es el conocimiento común de la comunidad internacional desde la crisis subprime que sin la industria manufacturera, las economías desarrolladas no pueden reducir eficazmente la tasa de desempleo.
Nadie es capaz de impedir la decisión de las naciones desarrolladas que pretenden expandir nuevamente la industria manufacturera. El problema esencial para una economía en desarrollo como China consiste en cómo enfrentar esta competencia encarnizada. Necesita superar a la competencia de las industrias fabriles de baja tecnología de Vietnam y otros países en vías de desarrollo y a la de las de alta tecnología de Estados Unidos, Japón y otras naciones avanzadas.