(SPANISH.CHINA.ORG.CN) – El Gobierno chino se fijó como meta que la inflación del año 2010 no superaría el 3 por ciento. Yao Jingyuan, economista jefe del Buró Nacional de Estadísticas (BNE) de China, reconoció que esa meta es “alcanzable”, pero matizó que será “difícil de conseguir”. Por lo pronto, Yao predijo ayer martes que el Índice de Precios al Consumidor (IPC), el principal barómetro de la inflación, no sobrepasará el 3,5 por ciento este año, medio punto más que la marca máxima fijada por el Gobierno.
El IPC subió un 3,6 por ciento en septiembre y alcanzó el nivel más alto de los últimos 23 meses en medio de crecientes presiones inflacionarias, según los datos facilitados en octubre por el BNE. El índice se situó en el 2,9 por ciento en el mes de junio y siguió creciendo para llegar al 3,3 por ciento en julio y el 3,5 por ciento en agosto.
Por lo pronto, un agrio debate se está abriendo sobre las consecuencias de un crecimiento de la inflación tan acelerado en la que ya es la segunda economía mundial.
Los críticos señalan que el origen de la subida continuada de los precios se debe al exceso de emisión de billetes y las políticas monetarias adoptadas desde el estallido de la crisis financiera mundial. Wu Xiaoling, director del Comité Financiero y Económico de la Asamblea Popular Nacional, declaró en una entrevista a China Economic Weekly que el banco central del país había sobreemitido moneda durante los últimos años, especialmente en 2009, cuando la crisis afectó a la economía china.
En 2000, la disparidad entre el suministro de dinero y la producción de la economía se situó en 4,6 billones de yuanes (669 mil millones de dólares), mientras que el PIB ascendía a 8,9 billones de yuanes y el suministro de dinero era de 13,5 billones de yuanes, según el rotativo oficial Renmin Ribao. La brecha se incrementó hasta 42,7 billones en septiembre de este año, cuando se emitieron 69,6 billones de yuanes y el PIB se situaba en 26,9 billones.
El desequilibrio de la divisa en el mercado ha disparado los precios de los productos, en especial los agrícolas y derivados. Los alimentos protagonizaron cerca del 70 por ciento de las recientes subidas de precios.
Desde el inicio del proceso de Reforma y Apertura, China ha experimentado en los últimos 30 años dos casos de superinflación: una en 1988, con una subida del 18,8 por ciento, y otro en 1994, cuando el IPC subió un 24,1 por ciento. No obstante, el BNE afirma que en 2010 el IPC no subirá más de un 3,5 por ciento interanual, una cifra que expertos como Yuan Gangming, de la pekinesa Universidad Tsinghua, consideran “aceptable”, dada la enorme población del país.
El mismo salario desde hace 5 años
Sin embargo, en el día a día, los ciudadanos lo ven menos “aceptable”, sobre todo porque las subidas del precio de los productos no se corresponden con las subidas en los salarios de los trabajadores, como afirma Yang Qiuping, una contable jubilada de Yingkou, en la provincia de Liaoning, que cobra una pensión de 1000 yuanes (149 dólares) al mes, y se queja de que las verduras están tres veces más caras que hace un año. “Poner los ahorros en un banco ya no resulta tan atractivo por los bajos intereses y el índice de inflación alto. Además, ya no nos podemos permitir ninguna inversión financiera”, cuenta.
Según un estudio de la Federación Nacional China de Sindicatos, un 25 por ciento de los trabajadores del país no ha recibido ningún aumento de salario en más de cinco años.
Con datos así, no es de extrañar que comience a surgir un fenómeno nuevo, las llamadas ‘tribus de almacenadores’, gente que se dedica a comprar cantidades considerables de un producto a bajo precio en previsión de futuras subidas. El fenómeno fue señalado el pasado martes en el periódico ‘Qianjiang Wanbao’, con base en la sureña Hangzhou.
Sun Liang, de 27 años y residente en la provincia de Liaoning, cuenta que recientemente compró tres bolsas de papel higiénico porque estaban a mitad de precio, y que su tía adquirió cuatro garrafas de aceite para cocinar de oferta en el supermercado, porque oyó decir que los precios subirían otra vez.
Li Xia, pekinesa de 26 años, cuenta que comprar un brick de leche de la marca Yili en agosto le costaba 19 yuanes (2,84 dólares); en septiembre le costó 20 (2,99 dólares) y ahora debe gastar 21 yuanes (3,14 dólares) para adquirirla.
Según datos publicados por el BNE, el precio de los alimentos subió un 6,1 por ciento el mes pasado; el vino y los cigarrillos se vendían un 1,6 por ciento más caros y los precios de la atención sanitaria y los artículos de uso diario aumentaron un 2,9 por ciento más con respecto a hace un año.
En un intento de calmar la inflación, el pasado 19 de octubre el Banco Popular de China, la institución central del país, elevó los tipos de interés por primera vez en casi tres años. Se esperan nuevas medidas sobre los préstamos a un año y los tipos de depósito, aunque éstas iniciativas podrían no ser suficientes, según Cao Lei, analista de la empresa de inversiones Ping’an Securities, en declaraciones a Global Times.
Para Cao, la clave estriba en reducir la velocidad del crecimiento económico, igualar la distribución de los ingresos y aumentar las inversiones en sanidad y educación.