El médico Mu Yang ha tenido un día ocupado. Hoy ha atendido a unos veinte vecinos en la clínica de la aldea Xihu. "Antes de la reforma experimental de la nueva política de atención médica venían diez personas al día como máximo", explica Mu, quien añade que los aldeanos están muy contentos con la misma reforma.
Con la reforma, los residentes de la aldea Xihu, dependiente del municipio de Yinchuan, capital de la región autónoma de la etnia Hui de Ningxia (noroeste de China), sólo pagan un yuan por hacer una consulta sobre cualquiera de las 30 enfermedades más frecuentes.
El distrito al que pertenece Yinchuan, Jinfeng, es una de las primeras áreas elegidas por el gobierno para ensayar la reforma sanitaria a partir del pasado 10 de febrero.
Según el director del departamento de salud del este distrito, He Weidong, los aldeanos también pueden acudir a la clínica rural para obtener 74 medicamentos básicos suministrados por el gobierno.
El gobierno chino sufraga el 70 por ciento del coste de los fármacos, mientras que los aldeanos asumen el pago del 30 por ciento restante.
Con la reforma, el pago se hace a través de la cuenta corriente de la llamada "nueva cooperativa de asistencia médica rural", por lo que el dinero ya no pasa por los médicos.
"El gobierno compra todos los medicamentos necesarios a precio de coste a las compañías farmacéuticas y los asigna a las clínicas rurales de base", explica He.
Según el funcionario, los aldeanos prefieren la clínica local al hospital urbano, porque está más cerca y les sale más barata.
La reforma del sistema de asistencia médica chino, cuyos detalles todavía no se han hecho públicos, pretende ampliar la cobertura de la asistencia médica y bajar el coste de los medicamentos para que tanto los residentes urbanos como los rurales puedan tener un acceso más fácil y más económico a los servicios médicos.
Todos los que han pasado una vez por algún hospital estatal de Beijing se recuerdan de las largas colas en el salón de registro y de las multitudes que abarrotan los pasillos y las consultas.
El diagnóstico y la prescripción del doctor son precipitadas, porque a cualquier paciente le siguen otros muchos.
La distribución desigual de la asistencia sanitaria no sólo se refleja en las aglomeraciones en los hospitales públicos y el vacío de las clínicas básicas, nada atractivas para los pacientes por su falta de equipos médicos modernos y personal experimentado, sino también en los privilegios de los que disfrutan los funcionarios del gobierno, en servicio o jubilados. Este grupo paga muy poco por la atención médica y tiene habitaciones especiales en los hospitales públicos, en los que los campesinos y los residentes urbanos tienen muchas dificultades para encontrar una cama vacía.
Además, los medicamentos que ofrece el hospital son más caros que los que venden en las farmacias. A veces, los hospitales llegan incluso a rechazar a pacientes cuyos familiares no pueden hacerse cargo de los gastos de hospitalización.
"La reforma se concentrará en reforzar el concepto de beneficio público en los hospitales para ofrecer una garantía médica de la que todos puedan disfrutar", declaró Li Keqiang, miembro del Comité Permanente del Buró Político del Comité Central del PCCh (Partido Comunista de China) y viceprimer ministro chino, en un discurso pronunciado el pasado 22 de marzo durante la Cumbre para el Desarrollo de China.
El "beneficio público" era una idea central en el sistema de atención médica chino de los años 50 y 60 del siglo XX, cuando el gobierno subvencionaba a los hospitales y clínicas para que ofrecieran sus servicios a la población a precios económicos.
Con la campaña de reforma y apertura, que transformó la economía de planificación en una de mercado, el gobierno redujo el apoyo financiero a los hospitales públicos, que empezaron a aumentar los precios de los medicamentos y las pruebas para poder mantenerse.
El pasado mes de octubre, el gobierno chino publicó un borrador de la reforma sanitaria para someterlo a consideración de la opinión pública.
El documento incluye la separación del hospital y los medicamentos, lo que supone que los ciudadanos chinos podrán acudir a cualquier farmacia con la correspondiente receta, como ya se hace en Occidente, en lugar de comprar los fármacos en el hospital.
Sin embargo, se deberá compensar a los hospitales públicos, que de esta manera perderán su principal fuente de ingresos.
Aunque el primer ministro chino, Wen Jiabao, anunció que el gobierno invertirá un total de 850.000 millones de yuanes (un dólar equivale a 6,8 yuanes) en los próximos tres años para garantizar la aplicación de la reforma, son muchos los expertos que han señalado que esta cifra no será suficiente para los hospitales públicos, que cada año desembolsan una cantidad mayor que la prometida.
Además, los expertos han insistido en la necesidad de hacer una mayor inversión en el sistema de asistencia médica básica.
"En realidad, los hospitales públicos deben mantenerse con sus propios ingresos durante todos estos años", indicó Liu Yinglong, miembro del Comité Nacional de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino (CCPPCh), máximo órgano asesor chino.
El profesor de la Universidad de Beijing Gu Xin teme que la reforma vuelva a convertir a las instituciones médicas públicas en propiedad gubernamental y otorgue al gobierno un poder excesivo hasta en la compra de medicamentos, lo que podría afectar a la eficacia del servicio médico y podría generar corrupción.
La reforma de atención sanitaria ha despertado muchas expectativas entre los ciudadanos chinos, especialmente en un momento en el que la crisis financiera global ha causado el cierre de muchas fábricas en el sudeste de China, una de las zonas más desarrolladas, muchos trabajadores migrantes que no están cubiertos por el sistema de atención sanitaria se han quedado sin trabajo y muchos niños han tenido que interrumpir sus estudios.
Además, las voces críticas con el sistema de asistencia médica esperan que la reforma obligue a los funcionarios a dejar de hacer gastos excesivos aprovechando la cobertura del Estado para reducir el descontento popular y evitar así una posible crisis social.
Otro protagonista del servicio médico que la reforma sanitaria no puede ignorar es el personal médico, que percibe un sueldo muy bajo en los hospitales y a menudo acepta comisiones de los representantes de las empresas farmacéuticas para poder mantener a su familia.
Mu Yang, médico de la aldea Xihu, asegura que la reforma experimental de atención sanitaria ha rebajado sus ingresos mensuales de los 3.000 yuanes hasta más de mil yuanes.
"Tengo una gran familia que mantener. Con la actual reforma, mi vida es más difícil que antes", dijo Mu, quien reconoce tener una actitud "indiferente" ante los cambios en el sistema de cuidado sanitario de China.