Dedicado durante años a profundizar sus conocimientos sobre las artes marciales y otros elementos importantes de la cultura tradicional china, Wang considera que el taichí incorpora las técnicas de la respiración, la filosofía clásica china y las teorías de la medicina tradicional china.

Los movimientos del taichí, además de alargar, fortalecer y flexibilizar los músculos, son elegantes, suaves, lentos y contribuyen tanto al equilibrio interior como exterior, así como al placer estético del espectador, comentó.

Como una forma de ayudar a mantener un buen estado de salud y el espíritu, sugirió también hacer la respiración desde el vientre (diafragmática) y no desde el pecho. Y en relación con la mente recordó que esta debe preceder siempre al movimiento y ejercer un control consciente sobre el cuerpo.

Creado alrededor del siglo XVII, a partir de los aportes hechos por cinco escuelas fundamentales, Cheng, Yang, Wu, Wuu y Sun, aunque las dos primera son reconocidas como las más influyentes, el taichí es practicado en la actualidad con más de 150 millones de personas de más de 150 países y regiones, 70 de las cuales cuentan con sus propias organizaciones deportivas.

Pero a pesar de los estilos y gestos únicos todas estas escuelas comparten significativas coincidencias en lo que se refiere a que exigen profesionalidad, permanecer en calma y relajado, coordinación de la mente, los gestos y la respiración, realizar los movimientos suave y lentamente y desplazar el centro sobre el que se sostiene el peso del cuerpo.