El tótem, un símbolo de los familiares, los ancestros o los santos patrones de un grupo, principalmente en orden, para distinguir a un grupo de otro, es el primer fenómeno de la historia cultural. Debido a la naturaleza subdesarrollada de la civilización primitiva, la ignorancia, las personas en la antigüedad estaban convencidas de que los objetos naturales o las criaturas animadas con una conexión sanguínea con su herencia étnica podían ser elegidos como tótem. Por lo tanto, usar estos ídolos para explicar o registrar mitos, costumbres étnicas o cuestiones históricas fue admisible en épocas remotas.
En el folclore y la cultura antigua de China hay incontables materiales concernientes a los tótems. “El kirin, el fénix, la tortuga y el dragón, registrados en El libro de los ritos, son actualmente los tótems más famosos utilizados por nuestros ancestros. “El fénix es el tótem del yin y el dragón es el equivalente a Xia”, afirmó Guo Moruo (famoso escritor y dramaturgo contemporáneo de China) en su pasaje La investigación de las pinturas en Late Zhou (770 a.e.c. – 256 a.e.c.). Sin embargo, como símbolo de un grupo y objeto idolatrado de una nación, el tótem ha tenido un gran impacto en la cultura y la psicología del país. Los chinos, descendientes de Xia, eligen al poderoso dragón como su deidad. Tanto es así que existen muchas palabras y expresiones e historias relacionadas con el mitológico animal. Lo que es más, el emperador fue considerado como la reencarnación del dragón durante épocas remotas, por ejemplo, Qin Shihuang (primer emperador de la dinastía Qin), presumía de ser el “antepasado del dragón”.
Qin Shihuang
Existen además muchos tótems que se derivan del origen de los clanes. Entre los hun circula una leyenda sobre un lobo. Según los Registros Wei Guo, el rey Hun tenía dos hijas que eran muy graciosas y bonitas, e incluso consideradas como diosas de los hun. Un día, el rey dijo: “¿Cómo puedo entender que dos hijas tan hermosas se casen con un humano? Las dejaré entonces ir con Dios”, y construyó un lugar prominente y dejó que sus descendientes permanecieran allí. “¡Dios, por favor, ven y llévatelas!”, gritó hacia el cielo. Cuatro años después un viejo lobo llegó al lugar y esperó y aulló día y noche. La chica más joven le dijo: “Mi padre nos envió a casarnos con Dios. Debe ser con esa intención que Dios envió un lobo”. Entonces la chica bajó de aquel sitio y se casó con el animal. Mucho después, fueron más y más los descendientes y todos fueron buenos cantando y aullando en la forma en que lo hacen los lobos. En consecuencia, el lobo se convirtió en el tótem de los hun.