Este grupo, de la rama yi de la
familia de lenguas tibeto-birmanas, habita en
su mayoría en el distrito autónomo de la etnia naxi de Lijiang y
los distritos autónomos de la etnia yi de Weixi y Ninglang,
provincia de Yunnan, que son altiplanicies ubicadas a más de 2.600
metros sobre el nivel del mar.
Muchos siglos atrás, sus
antepasados, conocidos como yuexiqiangs, una rama de los qiangs
antiguos que vivían en la zona de Hehuang, provincia de Qinghai,
bajaron al sur hasta lo que es hoy el distrito de Yanyuan,
provincia de Sichuan, donde recibieron el nombre de “moshayis”.
Hacia el siglo VIII, bajaron de nuevo hasta los ríos Jinsha y
Yalong, en el norte de la provincia de Yunnan, para asentarse en el
distrito de Lijiang. Más tarde, al fusionarse con los aborígenes,
prosperaron y se convirtieron en la etnia naxi de hoy, uno de los
56 grupos étnicos de China.
Los naxis tienen otro nombre
hermoso: “Amantes de la luna y las estrellas”. Este apodo se debe a
que sus mujeres siguen usando adornos especiales en su ropa, o sea,
llevan en la parte superior del chal echado en los hombros una fila
de siete estrellas redondas bordadas con hilos de color y asistidas
en el centro de borlas de color también, y a que sus varones y
hembras, habituados al cultivo en las terrazas escalonadas, laboran
con diligencia de sol a sol.
Aparte de las siete estrellas en el
chal, las mujeres preservan el ornamento llamado “cola” en su
atavío, que es el símbolo de la actividad de caza de sus ancestros.
Esta adoración de los animales data de más de cinco mil años,
cuando dicho adorno era normal entre las tribus nómadas dis y
qiangs que vivían en los cursos superior y medio del río Amarillo.
En el Libro de Han Posterior۰Historia de los nanmans se lee: “Los
nanmans son descendientes de Pan Hu, les fascina la ropa de cinco
cromos y sus trajes terminan en la ‘cola’. Los pus (una rama de los
nanmans), que viven a 1.500 lis (un li, 500 metros) del sudoeste de
la prefectura de Yongchang, llevan un adorno semejante a la cola de
tortuga, de tres o cuatros cuns (un cun, 3,33 cm) de largo”. Este
registro indica que los pus en el sudoeste de China tenían fama por
este adorno en la antigüedad. Se adivina que la “cola” nació de la
caza y se convirtió luego en la señal del coraje y la fuerza, y que
al llegar a ser cosa de belleza se transformó en parte del atuendo
de varias etnias.
En la vida cotidiana de los naxis ha
existido siempre el credo primitivo dongbajiao, cuyas ceremonias
con sacrificios o de expulsión de demonios corren a cargo de los
“dongbas” (sacerdotes), que son monjes de tiempo parcial. En estas
ceremonias se practican las danzas de saltos dongba, con muchas
posturas de animales, para predicar el credo y revivir anécdotas
relacionadas. Entre ellas se cuentan la Danza del Dios, en alabanza
del dios principal Dingbashiluo; la Danza del guardián de la ley,
con el hombre y el
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animal confundidos; la Danza de los animales sagrados, para
ensalzar a muchas divinidades y sus cabalgaduras; y también la
Danza del buitre, practicada en la ceremonia de homenaje al dios
del punto cardinal central, en cuyo proceso los sacerdotes, armados
con arcos y flechas y acompañados del sonido de las campanillas,
los gongs de cobre y los tambores grandes, brincan con los dos pies
juntos, dan pasos grandes, saltan en cuclillas, se mueven a pasos
horizontales y encogen las piernas, para reproducir la historia
entre el buitre y el dios. Todas estas danzas no solamente lucen
posturas hermosas y cambiantes, sino que también han asimilado
muchos elementos de las danzas populares, el arte marcial y el
boxeo, de suerte que el credo dongbajiao ha podido difundirse
ampliamente entre la gente.
Para asegurar la continuación exacta
de los procedimientos rituales de las ceremonias religiosas y de
las Danzas de salto dongba bailadas en ellas, los naxis aprovechan
desde la dinastía Tang (618-907) la escritura pictográfica dongba
inventada antes del siglo X, con el fin de registrar los sutras,
las danzas, los mitos, los poemas y los conocimientos de la
producción. La mayoría de estos registros siguen disponibles hasta
nuestros días. El Álbum de danzas dongba enseña claramente las
posturas, las veces y las direcciones de los movimientos, ayudando
a los sacerdotes actuales a repetirlas con acierto y detalle en las
ceremonias. En particular, la Danza del buitre es una de las piezas
raramente vistas en China, y además de ello, su registro en
pictogramas constituye uno de los documentos de coreografía
antiguos y de alto valor cultural esporádicamente conocidos en el
mundo.
Aparte de las danzas dongba, los
naxis tienen también muchas danzas bellas
y líricas para la diversión. Acostumbran bailar por la noche en
torno de las hogueras como hacían sus antepasados cuando volvían de
cazar por el día. De regreso del trabajo y bajo la luna brillante,
todo el mundo, hombres y mujeres, ancianos y niños, se reúnen junto
a la fogata en la plaza de la aldea, y cogidos de la mano cantan y
bailan en corro para descansar y divertirse.
Las danzas de los naxis se dividen
en dos tipos: las que se bailan en grupo y con canto, pero sin
música; y las que se bailan sin canto, pero con música de flautas
de bambú o siringas hechas de calabazas de la tradición de los
yis.
En el cantón Dadong, Lijiang, las
danzas en grupo de mayor preferencia son el Worere y el Alili, a
los cuales se unen de una docena a más de cien personas. En el
Worere hay uno que encabeza el coro a los acordes de los
instrumentos, mientras los demás doblan el cuerpo adelante y atrás,
alzan las rodillas y patalean orillando la hoguera. De vez en
cuando los hombres imitan gritos de trabajo y las mujeres balidos
de cabra, en recuerdo de la actividad de caza de sus ancestros.
Esta danza está impregnada con el hálito de la vida real de otros
tiempos. En la otra danza, el Alili, que también sirve de
diversión, todos entonan la melodía Kouxiandiao, e intercalados
entre hombre y mujer y cogidos de la mano, bailan en corro por
igual. Aunque los movimientos no son complicados, de sólo “dar tres
pasos adelante y alzar la rodilla una vez”, gustan sobremanera a
los admiradores.
El Weimengda, bailado en corro
también y que se practicaba antes en los funerales, es distinto a
las otras danzas. Con la mano izquierda puesta en la cintura y la
derecha en el hombro de la persona por delante, los participantes,
formados en un arco, cantan y bailan al mismo tiempo. El hombre y
la mujer que van al frente dirigen el canto y el baile. Los
naxis
nunca han dejado en olvido esta danza, ya que su canto es
interesante, su ritmo es muy vivo y sus movimientos son ágiles. Con
el tiempo y por la necesidad, el Weimengda ha devenido una danza de
diversión, fácil de practicar en cualquier momento.
Generalmente, las otras danzas
bailadas en corro con el acompañamiento musical de una sola flauta
de bambú o siringa hecha de calabaza seca tienen al instrumentista
como cabeza, y los hombres forman la mitad del arco y las mujeres
la otra. La Danza con siringa de los naxis conserva más elementos
de las danzas de los yis; por ejemplo, el hombre y la mujer juntan
los pies cara a cara y se tocan de espalda uno con la otra. Es una
danza popular alegre, vivaz y de brincos vigorosos. Pero la Danza
con flauta, llamada bilicuo en lengua naxi, resulta más lírica y
elegante todavía gracias a su ritmo ameno y velocidad
cambiante.
Toda vez que es una fiesta o noche
de luna llena, los naxis se vuelcan a las plazas de sus aldeas
alrededor de las hogueras, tocan instrumentos, gritan con júbilo y
se turnan entonando y bailando hasta el amanecer.
(CIIC)
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