ESPECIAL: El Año Nuevo chino en Chongqing de un escritor argentino

ESPECIAL: El Año Nuevo chino en Chongqing de un escritor argentino

Por Guillermo Bravo

CHONGQING, 3 feb (Xinhua) -- La ciudad desde el primer momento me impresionó, siempre me pasa con las ciudades construidas entre montañas. Y más cuando me acerqué al río, la ribera rosa y dorada. Cada día, cada día, el sol se pone sobre las montañas y la belleza es despiadada.

Belleza última, en el cielo y en el agua. Hay edificios que se encienden al crepúsculo, y comienzan a vibrar. Suelo imaginar la vida de los miles, millares de personas que habitan en su interior. Me emociona esa intimidad. Me siento a salvo en ese lugar imaginario.

Mientras el cielo es un ardor sensible y se pone de un dorado intenso, mientras llega la noche. Hagamos un silencio como el de las orillas oscuras para escuchar esta voz innumerable y tenue.

La exuberancia de la naturaleza y del urbanismo en Chongqing contrasta, sin embargo, con la placidez, la humildad casi campechana de sus ciudadanos. La gente es por demás amable y sonriente.

He además como extranjero visto algo: todos los extranjeros que están en Chongqing están contentos y quieren quedarse por muchos años. Chongqing es hoy lo que era Beijing la primera vez que la visité, hace diez años. Una tierra de oportunidades para los extranjeros porque hay mucha demanda y poca oferta. Pero Beijing se ha vuelto ahora una ciudad tan competitiva y cara como cualquier capital europea. Quizás por eso los extranjeros de Chongqing están más contentos..., su vida es más fácil.

Y la comida..., una de las mejores comidas del mundo es la de aquí. La de Sichuan, la de Chongqing. Muchos locales me miran maravillados porque puedo soportar el picante. El "hot pot" de Chongqing es una experiencia intensa y feliz. Creo que en él se mezcla con elegante sabiduría lo más salvaje -hervir carne y comer- con lo más delicado - la cuidada combinación de especias que se ha ido perfeccionando a lo largo de los años.

Yo vine a Chongqing para inaugurar una sucursal de la librería Mil Gotas, cuya sede principal está en Beijing. La inauguramos con una divertida ceremonia que incluyó danza de tango, exuberante recital de canciones latinoamericanas y recitado cuasiagónico de poemas.

Luego de la ceremonia de inauguración charlamos con los invitados. Alguien propuso crear un estante de intercambio de libros, un estante donde uno puede donar un libro y tomar otro. Se ahondó la idea diciendo que quien donaba el libro podía poner una nota en la que explicara su relación con él y por qué lo donaba. No hay nada más bello que un libro usado, "reificado" por lecturas anteriores: se diría que los lectores llenan las páginas con su corazón y lo dejan allí para el explorador de libros de segunda mano. Un libro ya es mucho. Pero un libro con el temblar y ensueño de un lector anónimo o amado..., ¿qué más se puede pedir en este extraño planeta?

En definitiva, quedó inaugurado este nuevo espacio "chongqinés" para el intercambio de ideas, entusiasmos y melancolías. Mil Gotas quiere ser un lugar de intercambio cultural y casita de algunos que quieran hacer cosas lindas. Poco a poco.

Ahora se vienen nuevos días de vacaciones. Es la Fiesta de la Primavera en China (fiesta y primavera en una misma frase suenan bien).

Ya he pasado muchas Navidades en China. Cuando estaba en Argentina o en Francia, el otro país en el que viví, sentía que el fervor por esta festividad era demasiado y terminaba por molestarme, en cambio aquí me dolía que no le dieran la importancia que una parte de mí pedía.

Pero tengo que decir que a cambio tengo una festividad más, que es la que está llegando (ya se le ve la cola atrás del cielo), la Fiesta de la Primavera.

Más antigua que la Navidad (todo es más antiguo en China), se dice que esta celebración tiene unos cuatro mil años.

Hoy la Fiesta de la Primavera se celebra de distintas maneras en toda China. Uno de los grandes acontecimientos es la gran Gala de CCTV, la televisora estatal.

Algunos dicen que el festival recuerda a una bestia de nombre Nian que comía el ganado como Cronos a sus propios hijos, es la vieja metáfora de cómo nos devora el tiempo. Por temor a Nian, la gente comenzó a poner comida en las puertas de las casas para que este se alimentara de ella y no atacara el ganado. Después se probó espantándolo con petardos y el furioso color rojo.

Durante la dinastía Shang (1600-1046 a. C.) todo se inició, parece, con unas modestas ceremonias a los dioses y sacrificios para los antepasados.

Pudo ser un acto más. Pero la repetición lo volvió festival. Ya para la dinastía Zhou, la palabra Nian estaba consolidada para significar "año", y aún hoy conserva su parecido con la del monstruo devorador.

Durante la dinastía Han (202 a. C. - 220 d. C.) se fijó la fecha de esta celebración para el primer día del año del calendario lunar, y a la ya consolidada costumbre de quemar bambú y dejar comida en la puerta de las casas, se le sumó la de una celebración con los familiares más cercanos.

Ya durante la próspera dinastía Tang se inició el baile del dragón que tanto sorprende hoy cuando los chinos lo realizan fuera de su país. Me acuerdo de una Fiesta de la Primavera en París, en 2007. Fuimos al barrio chino donde comenzó un bello desfile de un dragón encendido hasta el Centre Pompidou. Fue entonces, creo, que me dije que quería vivir un tiempo en China.

Me acuerdo que entonces entendí mal y pensé que el dragón era Nian, el monstruo devorador de bestias.

Creo que el dragón fue la primera manifestación china, lo primero chino que vi en mi vida. Yo era niño, pero no puedo recordar la edad exacta (¿cuatro, cinco años?). Mucho tiempo después me enteré de que la tradición cuenta que ese extraño animal surgió del río Amarillo, quizás cerca de donde estoy ahora. Fin

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Palabras clave : China-Fiesta de Primavera

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