Respuesta: No creemos que esta afirmación sea correcta. Es verdad que hay desequilibrio comercial entre China y Estados Unidos, y que la parte norteamericana tiene un enorme déficit en este sentido. Pero ambos países necesitan sentarse a estudiar cómo arreglar bien el asunto. En los últimos años Estados Unidos ha ejercido presión por la revalorización del renminbi, y algunos de sus congresistas han sugerido impuesto adicional sobre los productos chinos y los han acusado de empeorar el desempleo de los trabajadores locales. Estados Unidos hasta ha impuesto cuotas a los géneros textiles chinos y practicado antidumping contra los televisores de color chinos. Todo ello se originó del déficit comercial. Pero esperamos que la parte norteamericana no politice más el problema.
Es un viejo problema la manera como ver el déficit comercial de Estados Unidos con China. Antes que nada, hay gran diferencia de estadísticas entre ambos países. En 2004, según la estadística china, el comercio bilateral se aproximó a US$170.000 millones; pero la estadística norteamericana dice que tan sólo su déficit comercial superó los US$160.000 millones. Cabe señalar que la estadística china cuenta con la aprobación de la OMC. Como Hong Kong, región china, es una zona arancelaria unitaria, no es correcto que Estados Unidos incluya sus exportaciones a él en las de China, además de que sus cálculos no han procedido conforme al método estadístico de la OMC.
En 2005 el comercio bilateral totalizó US$211.630 millones. De esta suma, las exportaciones de China fueron de US$162.900 millones; las importaciones, US$48.730 millones; y el superávit, US$114.170 millones. Mientras lo que ganó China son meras cifras, las compañías con inversión de Estados Unidos y otros países acreditadas en China son los verdaderos ganadores, porque estas empresas generaron el 58% de las exportaciones de China y se llevaron el 83% del superávit comercial de este país. Si se deduce la parte que les toca, el superávit comercial de China apenas alcanza los US$17.500 millones. Según una investigación realizada en 2004 por la Cámara de Comercio Estadounidense de China, el 86% de las compañías de EE.UU. en China están elevando sus réditos en este país y la tasa de lucros del 42% de ellas rebasa la que tienen en todo el mundo.
Por otra parte, las relaciones económicas China-EE.UU. abarcan tres ámbitos --comercio de mercancías, comercio de servicio e inversión en doble sentido--, y cada uno ha tenido que ganar. Lo que gana China se realiza principalmente a través del comercio de mercancías, pero Estados Unidos gana indistintamente en los tres ámbitos, sobre todo por su inversión en China. En 2004, por ejemplo, las empresas con inversión norteamericana en China vendieron en US$75.000 millones en el mercado chino y las exportaciones de sus productos manufacturados en China a otros mercados fueron de algo más de US$75.000 millones, así que esas empresas se ganaron mercados nuevos por valor de US$150.000 millones. He ahí los beneficios reales que disfruta Estados Unidos por sus relaciones económicas y comerciales con China. En el ámbito del comercio de servicio, la supremacía de EE.UU. incluso es absoluta y su competitividad es inalcanzable para las empresas chinas. Si se considera integralmente la situación en los tres ámbitos, se debe reconocer que las relaciones económicas entre los dos países están equilibradas al menos.
China no tiene intención de lograr un enorme superávit comercial sobre Estados Unidos, sino que espera tener un equilibrio en lo básico. De hecho, siempre ha estado tomando medidas eficaces en consideración de cómo importar más productos de Estados Unidos. En abril de 2006 China envió una delegación económica y comercial numerosa, la cual viajó por tres estados de ese país y suscribió varios convenios de fuertes cantidades de compra como de 80 aviones Boeing, algodón, soja, productos mecánicos y electrónicos, aves, programas de computadora oficialmente aprobados y equipos de telecomunicación por un valor aproximado de US$16.210 millones. Esto indica la postura activa de China para hacer importaciones de Estados Unidos, al mismo tiempo que es una muestra de su sinceridad. Pero el efecto de tal iniciativa fue limitado para equilibrar el comercio bilateral, porque el desequilibrio es de carácter estructural ya que Estados Unidos hasta ahora no libera la exportación de productos de alto valor y de alta tecnología a China y porque si bien ésta ha hecho grandes esfuerzos para comprar algodón, soja y aves de precios baratos no ha podido hacer progresos sustanciales en ayudar a revertir el déficit comercial de EE.UU. Mientras el mercado chino siempre está abierto al mundo y China está dispuesta a continuar ampliando la importación de Estados Unidos, éste debería considerar eliminar sus restricciones a la exportación de productos de alta y nueva tecnología a China, ya que siendo el país más desarrollado debería aprovecharse plenamente de su superioridad en industria de alta tecnología.
Desde hace más de veinte años, la cooperación económica y comercial China-EE.UU. ha logrado éxitos admirables y el comercio bilateral ha aumentado en más de 86 veces. Es una ganancia compartida de igualdad, beneficio mutuo y acomodación recíproca y arroja luz sobre la complementariedad y la racionalidad de las relaciones económicas y comerciales entre los dos países. En nuestra opinión es normal que surjan algunas fricciones y problemas en el actual proceso de rápido desarrollado de esas relaciones, así que ambas partes deben tener la mayor sinceridad y darles una solución adecuada mediante la consulta en pie de igualdad, en lugar de recurrir a la politización. Pues, la presión no llevaría a ningún lado, sino que sólo produciría impactos negativos.
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