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Capítulo III Religión, Derechos Humanos, el Tíbet y Taiwan
3-5 Pregunta: El Dalai siempre se precia de “líder religioso del Tíbet” ante la comunidad internacional. ¿Qué opinión tiene el Gobierno chino? ¿Está dispuesto a conversar con él por el desarrollo y la felicidad del pueblo tibetano? ¿Qué son el prerrequisito y los principios básicos para estas conversaciones?

Respuesta: Aunque el Dalai Lama XIV presume de “líder religioso del Tíbet” ante la comunidad internacional, ya no parece ser un líder religioso como él dice. Es así porque en los pasados más de 40 años ha hecho toda clase de pregones de que “el Tíbet es un país independiente”, ha reorganizado fuerzas rebeldes, ha esparcido rumores y calumnias y ha tramado e incitado disturbios para escindir la patria y sabotear la estabilidad y el desarrollo del Tíbet, y por ello ya es, antes bien, un exilado político entregado a la escisión de la patria. La camarilla del Dalai ha degenerado en un grupo político escisionista con organización y programa.

El 28 de febrero de 1979 el Dalai envió representantes al país en contacto con el Gobierno Central. Para instar al Dalai y sus seguidores descartar el propósito de escindir la patria y volver al país por medio de negociaciones, el Gobierno Central hizo muchos esfuerzos y los dirigentes centrales recibieron varias veces a los representantes enviados por el Dalai y les reiteraron más de una vez la política de las autoridades centrales con el Dalai. Sin embargo, por los contactos y consultas que ha tenido el Gobierno Central con ellos en los pasados más de veinte años es no difícil ver las divergencias entre ambas partes. Para el Gobierno Central el estatus del Tíbet ha sido determinado por la historia desde tiempo atrás, ha sido elegido por el pueblo tibetano y ha sido reconocido por la comunidad internacional, sin necesidad ni posibilidad de discutir. El que el Dalai ha exilado más de 40 años sin volver y demora en sentarse a negociar con el Gobierno Central, se debe precisamente a que nunca ha estado dispuesto a abandonar sus ilusiones por gobernar de nuevo el Tíbet y por la independencia de éste. Para alcanzar esta finalidad ha estado ajustando constantemente sus tácticas. Cuando creía que la situación no le era favorable pedía consulta para la negociación; y cuando creía que sí lo era, la interrumpía. Incluso en el proceso del contacto nunca se dejaba de las actividades escisionistas en China y el extranjero. Por lo tanto, el Dalai carece en absoluto de sinceridad para mantener contacto y consulta con el Gobierno Central. El verdadero objetivo de cuanto hace es únicamente embaucar a las personas ignorantes de la verdad y engañar a la comunidad internacional para ganarse apoyo.

El contacto y la consulta entre el Gobierno Central y el Dalai son un asunto interno de China, el Gobierno Central tiene las puertas siempre abiertas para el contacto y la negociación, y su posición principista para el contacto y la consulta es consecuente y clara. Significa que el Dalai debe renunciar verdaderamente a sus enunciados por la independencia del Tíbet, cesar en sus actividades de escindir la patria, y declarar y reconocer ante el público que el Tíbet es parte inalienable de China, Taiwan es una provincia de China y el Gobierno de la República Popular China es el único gobierno legal que representa a toda China. Solamente sobre esta base será posible el Gobierno Central consulte con él sobre el desarrollo y el bienestar del pueblo de la etnia tibetana y también sobre el porvenir de su propia persona.

Una frase popular china reza: “Cuando madura el melón, se desprende del pezón; donde llega el agua, un canal se forma”. Después de todo, es el Dalai mismo quien salió al extranjero, y a él le toca elegir su propio futuro y destino. El Gobierno Central espera con plena sinceridad y paciencia a que el Dalai, en lo que resta de su vida, renuncie a sus ilusiones por la independencia, ponga punto final a su vida de exilio, regrese a la patria y haga algo provechoso por la salvaguarda de la unidad de la patria y la solidaridad interétnica y por la prosperidad y la felicidad del pueblo tibetano.

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