Respuesta: En realidad no existía el “problema del Tíbet” en el mundo, tal como no existe el “problema de Washington” o “el de Nueva York”. El así llamado “problema del Tíbet” es, en esencia, el problema del intento de separar el Tíbet de China por parte de los escisionistas locales del Tíbet preparados y apoyados por las fuerzas imperialistas occidentales en los últimos cerca de cien años. Hoy por hoy, desaparecería este problema del mundo si Estados Unidos y otros países occidentales dejaran de sustentar a la camarilla del Dalai, y si esta camarilla abandonara cabalmente su tentativa por la “independencia del Tíbet” o una “independencia” disfrazada de la región y cesara en sus actividades encaminadas a escindir la patria.
El hecho de que el Tíbet forma parte inalienable del territorio chino desde la antigüedad no solamente está anotado explícitamente en los registros históricos del ejercicio de la soberanía sobre esta región por el gobierno central de China en las diferentes épocas, sino que también está cimentado en sus largos lazos de sangre y cultura con el interior del país constatados por la investigación arqueológica.
El Tíbet se sitúa en la parte sudoccidental de China. Ya antes de nuestra era, los antepasados de la etnia tibetana que aquí habitaban mantenían lazos con los hans, hoy el grupo mayoritario de China, que vivían en las planicies centrales del país. Luego, a través de largos años, las tribus dispersas en la meseta del Tíbet se unieron poco a poco, convirtiéndose en la etnia tibetana actual. A la mitad del siglo XIII el Tíbet se incorporó oficialmente al territorio de la dinastía china Yuan. En 1268, 1287 y 1334 los funcionarios enviados por las autoridades centrales de esta dinastía llevaron a cabo tres censos demográficos en el Tíbet, y sus detalles están registrados en el libro antiguo en tibetano Historia Han-Tibetana. Desde entonces, a pesar de la sucesión de dinastías en el interior del país y de los cambios de gobierno central, el Tíbet siempre ha permanecido bajo la jurisdicción de las autoridades centrales y nunca ha sido un país independiente, ni ningún gobierno de país extranjero lo ha reconocido como país independiente.
La Revolución de 1911, estallada en el otoño del mismo año, derribó la dinastía Qing, que había gobernado China por casi 270 años, así que se fundó la República de China, cuya primera Constitución estipulaba claramente que el Tíbet formaba parte del territorio nacional. Tras la proclamación de la República Popular China en 1949, tomando en consideración el pasado y la realidad del Tíbet, el Gobierno Popular Central decidió adoptar el principio de liberación pacífica de la región. El 23 de mayo de 1951 el Gobierno Popular Central y el gobierno local del Tíbet firmaron el Acuerdo sobre las Medidas para la Liberación Pacífica del Tíbet, el fue cual contó con la aprobación y el apoyo del pueblo de las diversas de la región. En 1954 el Dalai Lama fue elegido Vicepresidente del Comité Permanente de la I Asamblea Popular Nacional, y el Panchen Erdeni miembro del mismo Comité. En abril de 1956 el Dalai Lama asumió el cargo de Presidente del Comité Preparatorio para la Región Autónoma del Tíbet. En marzo de 1959 se emprendió la reforma democrática en el Tíbet tras el apaciguamiento de la rebelión. Y en septiembre de 1965 se estableció oficialmente la región autónoma del Tíbet.
Un cúmulo de antecedentes históricos demuestran que la soberanía de China sobre el Tíbet es incontrovertible. Con respecto a los asuntos de esta región, el Gobierno chino tiene políticas y principios muy claros, lo cual es un hecho conocido de toda la comunidad internacional. Para el manejo de los asuntos internos propios ningún país en el mundo tolerará que las fuerzas extranjeras hagan críticas antojadizas. He ahí otro principio básico del derecho internacional.
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