(1840-1919)
A comienzos del siglo XIX comenzó
una acelerada decadencia de la dinastía Qing. Gran Bretaña
introdujo gran cantidad de opio en China, ante lo cual el gobierno
Qing reaccionó intentando prohibirlo. Con el fin de proteger su
comercio de opio, Gran Bretaña forzó una guerra de agresión, en
1840, que obligó al gobierno Qing a firmar el Tratado de Nanjing,
un tratado que humillaba a la nación china y la hacía perder
soberanía. Más tarde, Gran Bretaña, Estados Unidos, Francia, Rusia
y Japón obligaron, uno tras otro, al gobierno Qing a firmar una
serie de tratados desiguales. China empezó a convertirse en un país
semicolonial y semifeudal.
La Revolución de 1911, dirigida por
el Dr. Sun Yat-sen (1886-1925), derribó a la dinastía Qing, puso
término al sistema monárquico feudal que había mantenido bajo su
dominio el país durante más de 2.000 años, y fundó la República de
China, uno de los acontecimientos más grandioso de la historia
moderna de China.
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